XVII Consejo Presidencial Andino

Señor Presidente:

Reiterar lo dicho por la Presidenta de Chile, nuestro agradecimiento por la hospitalidad brindada por su Gobierno y especialmente por el pueblo de Tarija.

Celebrar que estemos nuevamente reunidos -30 años después- los cinco países fundadores del Pacto Andino de entonces, cuando aún Venezuela no formaba parte de esta familia; y estamos aquí volviendo a las fuentes originales de entonces, de lo que fue propuesto como sistema de integración, en su momento el más avanzado y el más audaz que América Latina había visto.

Los tiempos han cambiado, sin embargo, los modelos que algunos de nuestros países llevaban a cabo han sido sustituidos por la realidad en algunos casos, o por las circunstancias políticas en otros; y sin embargo estamos aquí manteniendo el sagrado principio de la integración latinoamericana y, como un primer paso de ella, la integración andina.

Esta reunión es un nuevo y vigoroso impulso a la vida de la Comunidad Andina, primero por el retorno de Chile que fue uno de los propósitos que al comenzar mi gobierno me planteé como central, la necesidad de que Chile democrático y su gobierno socialista fuera parte de este proyecto, y trajera a este proyecto el ejemplo de su éxito, el ejemplo de su avance social y como ha dicho la Presidenta Bachelet el éxito de su lucha exitosa contra la pobreza.

Y creo que el modelo económico que Chile representa en la vida de la Concertación Democrática es un modelo a pensar y cuya experiencia puede darnos, a quienes formamos parte de la Comunidad Andina, importantísimas referencias para saber el camino que podemos escoger.

Pero, hay un segundo tema que nos fortalece, y es que a veces la fortaleza de las instituciones que reúnen países no viene de dentro de ellas mismas o de su voluntad sino fundamentalmente de los retos externos que deban asumir y superar.

No tenemos un adversario bélico, no tenemos un adversario decididamente antiandino, pero tenemos una propuesta de amplitud, de onda y de extensión de nuestra vida económica a través del Acuerdo con la Unidad Europea. Y creo que este desafío es algo que va a dar mayor cohesión y que va permitir ponernos una meta en reuniones que a veces no tenemos objetivos claros que no sea insistir en lo ya planteado anteriormente.

Por eso, la presencia en Tarija también de los representantes de la Unión Europea es un paso esencial para fortalecer la Comunidad Andina, para darle un horizonte en ese sentido. En tercer lugar, debo destacar que los dos temas -tanto Chile como la Unión Europea- significan que un nuevo ingrediente, que parecía perdido por momentos en nuestra relación, se incorpora a esta mesa, y se llama la tolerancia y la flexibilidad.

No debo dejar de felicitar al Gobierno del Presidente Evo Morales que formuló reticencias y dudas respecto a la posibilidad de Acuerdos de Libre Comercio pero que, finalmente, a la convocatoria de otros países del Acuerdo Andino ha sabido, diré, conceder, flexibilizar y de esta manera darnos un buen ejemplo de como nosotros a nuestro turno debemos también hacer concesiones recíprocas que son la base de todo acuerdo, saber conceder pero, fundamentalmente, saber tolerarse en la fraternidad, en la diferencia y en la distinción que es la base de la igualdad.

Y tolerar significa que por primera vez nos entendamos en la distinción, somos países que escogemos vías distintas pero con el mismo objetivo, el objetivo de acabar con la pobreza, de generar empleo, de traer mayor igualdad y por ende mayor justicia social; y no dudo que ninguno de los cinco presidentes aquí compartamos esos criterios; nuestras vías pueden diferir, tenemos -como lo ha expresado esta mañana el presidente Evo Morales en su discurso de saludo- países que escogen el criterio de tener un Estado más fuerte y un Estado que retenga un mayor porcentaje de su renta; habemos otros países -entre los cuales se cuenta el Perú-, que creemos que el mejor camino de aumentar el quantun, el potencial distribuible -porque no hay distribución sin producción-, es a través de la inversión.

Pero, estamos aquí, dentro de modelos diferentes aunados en un solo objetivo que es dar integración física y económica entre nosotros. Estamos quienes ven con duda, temor, y a veces alguna ideología, el concepto de la apertura al libre comercio. Habemos otros que pensamos que el ejemplo extraordinario ideológico de Deng Xiao Ping y del propio Lenin en su antigüedad son todavía marcadores fundamentales respecto a lo que debe ser la apertura de un país en desarrollo, respecto al comercio, la tecnología y el capital mundial.

Lo importante es que, mirando de diferente manera el mundo, no perdemos de vista que somos andinos, y aun mirando de diferente manera el mundo podemos afirmar una integración porque la primera apertura -lo sabemos quienes tenemos políticas de apertura hacia al mundo-, la primera apertura debe ser hacia la Comunidad Andina, la construcción de un mercado común, de una integración cada vez más sólida y auténtica.

No seríamos latinoamericanos ni andinos sino pusiéramos como paso previo y fundamental agitar y fortalecer nuestras relaciones económicas, nuestro mercado común, nuestro arancel común, para hacer verdaderamente un solo mercado, un solo actor.

Creo importante, porque me parece que soy el más viejo de los presidentes aquí -me tocó comenzar muy joven cuando tenía 35 años allá hace 22 años y más-; y he visto, y puedo decirlo en la confidencia de esto que los periodistas no escuchan; he visto muchas reuniones, sé que para ellos no hay fronteras ni paredes, pero tampoco tenemos nosotros secretos que no deban trascender, y uno de mis secretos de 23 años de experiencia presidencial es haber participado muchas veces en reuniones y he escuchado juramentos, votos, compromisos; ilusiones que son a veces parte integral del entusiasmo que despiertan estas reuniones, las he escuchado muchas veces y las he visto naufragar, las he visto olvidar, las he visto marchitar.

Entonces no es que haya envejecido ni que haya dejado de lado mis arrestos por la justicia social, que los tengo, sino que creo en la necesidad de la prudencia, de la necesidad de la modestia de objetivos para lograrlos.

Los objetivos de largo y gran aliento los filósofos y los poetas deben formularlos; los objetivos de la construcción diaria y modesta del artesano debe ser obra de los presidentes, y eso descarta ciertamente la soberbia de cualquier modelo ideológico excluyente.

Por eso creo que éste es un paso fundamental el de hoy día, que estemos sentados presidentes de distintos puntos de vista en el manejo diario de la economía y de las cosas.

Hoy día ha tenido, ante la expectativa de mi propia infancia y de los apristas del Perú, -el partido al que pertenezco-, una revolución extraordinaria en 1952 que hizo la reforma agraria antes que nadie se lo propusiera, que nacionalizó las minas y los bancos, que fortaleció un Estado a la medida del país pero formidable. El camino no fue fácil para don Víctor Paz Estenssoro en ese capítulo revolucionario e izquierdista que tuvo.

Y el país sufrió, a consecuencia de eso, ciertamente la adversidad de sus enemigos pero también una sequedad de capitales y de nuevas inversiones, eso está escrito y los economistas lo han estudiado.

Tuvimos en el Perú un gobierno de buenas intenciones y de buenas voluntades, los militares nuestros que habían aceptado un rol en favor de la gran oligarquía durante mucho tiempo se convirtieron a la Revolución y, como reza el refrán «no hay mayor fanático que el nuevo converso», se convirtieron con toda fuerza a la revolución izquierdista, a la nacionalización de las fuentes de riqueza; pero eso terminó conduciendo a nuestra Patria a un endeudamiento inmenso, porque propietario el Estado de todo no tenía recursos con los que aumentar a otra escala su inversión.

Y pasada esa ilusión de la que también participaron muchos peruanos concluimos que en ese tipo de experiencias, que después de la Rusia soviética en los años 80 – 89 comprobó con su tremendo derrumbe, que no eran la receta o la medida exacta sino que había que saber combinar Estado con mercado, que es lo que nosotros queremos hacer: crecer y redistribuir.

Creo que el mejor y más impresionante ejemplo ideológico-histórico viene del más puro representante de la Revolución de comienzos del siglo XX. Lenin había escrito en su Capitalismo Estado el impuesto en especie, después de tres años de ejercicio del socialismo primario, que era imprescindible convocar al capital y que Rusia sola no podría extraer sus minas ni su petróleo ni desarrollar su campo eléctrico, está escrito, sólo que la muerte interrumpió su camino dos años después.

Y ese mensaje extraordinario lo recogió Deng Xiao Ping y creo que los hechos bastan para demostrar que tuvo razón para sacar de la miseria, hasta el momento, 400 millones de chinos, que han pasado a un salario bajo, es verdad, de 60 dólares, de 80 dólares, pero vienen del salario de 20 dólares y las servidumbres y el señor feudal.

Entonces, es por eso que el Perú ha escogido ese camino; entiendo que hay otros países que también lo han escogido, pero ello no nos lleva ni a condenar ni a mirar de manera distinta a países que por su situación específica puedan escoger otros caminos.

Lo importante es que no perdamos de vista la fraternidad ni que a su turno se nos vea mal a nosotros ni seamos calificados de «monroístas» como fácilmente suelen hacerlo los que no tienen tolerancia.

El principio de la hermandad es la tolerancia, el principio de construir algo hacia el futuro es saber aceptarse como se es y buscar los puntos comunes para continuar.

Esta mañana estábamos en una breve conversación con Evo Morales y llegamos a una conclusión inmediata, en la extremidad de Bolivia podemos hacer los dos juntos una carretera que permita a Cobija y toda esa zona boliviana evitarse un inmenso rodeo en medio de las selvas y pueda utilizarse directamente la carretera que estamos construyendo nosotros, la gran autopista hacia el Brasil, ¡cómo no vamos a hacer eso!.

A nosotros nos conviene una Bolivia fuerte, grande, que comercie más; nos conviene porque va a ayudar a fortalecer nuestro comercio, nuestra frontera.

Creemos pasos concretos, modestos, pero que van en el camino de lo positivo -como estamos dispuestos a hacerlo no solamente en ese ejemplo sino en mil más y con cada uno de los demás países-, eso va haciendo un tejido irreversible, un tejido irreversible sobre el cual no se construye después ni demagogia ni estridencia limítrofe sino los pueblos entienden que están creciendo juntos. Esa es nuestra voluntad, no queremos crecer aislados.

Hasta el momento señor Presidente y amigos míos las cosas no van mal, el año pasado el Perú, un poco para replicar en el sentido de decir lo mismo, replicar, imitar lo dicho por la presidenta, el Perú ha crecido el año pasado 8 por ciento milagrosamente, pero este año vamos a superar el 8 por ciento en este momento, y no es por precios internacionales sino porque cogió el Perú ya una dinámica propia de consumo y de elevación de producción en bienes sociales, electricidad, cemento, aceite, jabones, bienes educativos; y el Perú va a crecer este año 8 por ciento con los mismos precios del año pasado en los minerales, ya no es función de la economía mundial el crecimiento del Perú.

Si esto se mantiene tres o cuatro años estamos seguros que pasaríamos a la segunda etapa, que es haber reducido la pobreza, y nos empeñamos -y ése es el sentido social del concepto Estado- en redistribuir a través del Estado todo lo posible en favor de la gente famélica, y en favor de la gente excluida y olvidada en la descentralización y en la construcción.

Rescato esto porque es fundamental y me complace enormemente ser testigo y participar de un acto refundacional, de un nuevo impulso, digamos de un gol que no es a la FIFA en este momento, sino a la propia Comunidad y en favor de la propia Comunidad.

El ingreso de Chile, nuestra posibilidad de tener un acuerdo en diferencia de intensidades, acuerdo de diferentes intensidades con la Unión Europea, es un paso de enorme importancia y nuestro reconocimiento en la diversidad, yo creo que es un ejemplo extraordinario que será escuchado más allá de la Comunidad Andina.

Yo sé que esta tarde algunas personas del continente también van a escuchar eso y, ojalá a su turno, se integren a una mesa de tolerancia donde quienes somos presidentes y especialmente quien ya conoce un poco la historia de todo esto, no intenta ni hegemonizar, ni dominar ni dar lecciones, no soy quien para dar lecciones a ningún otro presidente, tampoco acepto que nadie me las dé.

Y entonces la tolerancia debe ser el componente básico para que nos sentemos en esta mesa y estoy seguro que así, sin ideologías digamos de un solo norte, ideologías sí contra la pobreza y por la justicia, pero no de un solo norte y de un solo modelo, vamos a integrar verdaderamente nuestra región.

Yo lo felicito, creo que termina usted su período Pro Témpore de una manera extraordinaria y lúcida, le agradezco en nombre del Perú y estoy seguro que en nombre de todos los Presidentes que estamos aquí.

Quien sabe en la Presidencia de Álvaro Uribe dejemos de ser cinco y pasemos a ser seis con la presencia de Venezuela que estoy seguro podrá ser.

Muchas gracias.

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