Toma de posesión

Excelentísimo Señor Presidente de la Asamblea Nacional,

Reynaldo Pared Pérez;

Excelentísimo Señor Presidente de la República de El Salvador,

Elías Antonio Saca González;

Excelentísimo Señor Presidente de la República de Panamá,

Martín Torrijos Espino;

Excelentísimo Señor Presidente de la República de China, Taiwán,

Ma Ying-Jeou (Má Ién Iú);

Excelentísima Señora Presidenta de la República de Chile,

Michelle Bachelet;

Excelentísimo Señor Presidente de la República de Guinea Ecuatorial,

Obiang Nguema Mbasogo (Guema Obián);

Excelentísimo Señor Presidente de la República de Honduras,

José Manuel Zelaya Rosales;

Excelentísimo Señor Presidente de la República de Colombia,

Alvaro Uribe Vélez;

Excelentísimo Señor Presidente de la República de Haití,

René Preval;

Excelentísimo Señor Presidente de la República Bolivariana de Venezuela

Hugo Chávez;

Excelentísimo Señor Presidente de la República de Nicaragua

Daniel Ortega

Su Alteza Real,

Felipe de Borbón y Grecia,

Príncipe de Asturias;

Excelentísimo Señor Primer Ministro de las Antillas Neerlandesas,

Emily De Jongh-Elhage (Emily de Iong Eljaje);

Excelentísimo Señor Primer Ministro de San Cristóbal y Nieves,

Denzil Douglas;

Excelentísimo Señor Vicepresidente de la República de Guatemala,

Rafael Espada;

Excelentísimo Señor Vicepresidente de la República de Nicaragua,

Jaime Morales Carazo;

Excelentísimo Señor Vicepresidente del Consejo de Estado de la República de Cuba,

Juan Esteban Lazo Hernández;

Excelentísimo Señor Vicepresidente de la República de Ecuador,

Lenín Moreno Garcés;

Excelentísimo Señor Secretario General de la Organización de los Estados Americanos,

José Miguel Insulza;

Excelentísimo Señor Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo,

Luis Alberto Moreno;

Excelentísimo Señor Secretario General Iberoamericano,

Enrique Iglesias;

Excelentísimo Señor Secretario General del Sistema de Integración Centroamericano,

Aníbal Quiñones;

Su Excelencia Reverendísima Enviado Extraordinario por Su Santidad Benedicto XVI,

Arzobispo Monseñor Antonio Arcari;

Excelentísimos Señores y Señoras Jefes de Misiones Especiales y de Organismos Internacionales;

Invitados Especiales;

Su Eminencia Reverendísima Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo,

Monseñor Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez;

Señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia,

Jorge Subero Isa;

Honorable Señor Vicepresidente de la República,

Rafael Alburquerque y Señora Martha de Alburquerque;

Excelentísima Señora Primera Dama de la República,

Margarita Cedeño de Fernández;

Señora Yolanda Reyna;

Altos Funcionarios Civiles y Militares;

Señoras y Señores:

Hace exactamente 30 años, en el 1978, luego de un dramático e intenso proceso electoral, la República Dominicana se vio sumergida en una situación de crisis política.

El pueblo dominicano, que en aquel entonces había optado mayoritariamente por un cambio de dirección política, sentía la angustia de ver al país precipitarse hacia el abismo.

He aquí, sin embargo, que aquellos lúgubres días de legítima preocupación sobre el destino de la nación, se convirtieron en los cimientos para dar origen al más largo periodo de estabilidad política democrática conocida en la historia de la República.

Más aún, de esa momentánea crisis electoral dominicana surgió el proceso de transición democrática que desde la década de los 80 se ha expandido por toda América Latina.

Así es, señoras y señores, la transición hacia la democracia y la libertad en América Latina, de la cual en este año se cumplen tres décadas, tuvo su origen aquí, en la República Dominicana; y aunque fue un aporte modesto, nos sentimos profundamente orgullosos de esa contribución al bienestar de nuestros hermanos pueblos de América.

Ahora, al culminar el torneo electoral del pasado mes de mayo, lo que reinaba en la República Dominicana era un ambiente de paz, de armonía y de renovada esperanza hacia la construcción de un mejor futuro.

No cabe dudas, 30 años después de nuestra crisis electoral, la democracia dominicana se ha consolidado; y lo que emergió triunfante en la pasada consulta popular no fue un partido político, ni siquiera una alianza de partidos, ni tampoco ningún candidato en especial.

Quien surgió victorioso de nuestro último certamen electoral fue nada más y nada menos que el pueblo dominicano.

Ahora bien, Honorables Miembros de la Asamblea Nacional, en el año 2004, al asumir por segunda vez la conducción de los destinos nacionales, negros nubarrones, en forma de malos presagios, se cernían sobre los cielos de la República.

En aquel momento el país se enfrentaba a la crisis económica más severa que nos ha afectado en los últimos 50 años. Entonces prevalecía una situación de fuerte depreciación de la moneda, alta inflación, salida de capitales, déficit del sector público, atrasos en el pago de la deuda externa, colapso del nivel de crecimiento económico, disminución progresiva de la credibilidad del país a nivel internacional y deterioro brutal en las condiciones de vida de los distintos sectores de la vida nacional.

La incertidumbre, el escepticismo y el desconcierto predominaban en el ánimo público. Se había perdido la fe en nuestro futuro. Se había evaporado la confianza en nuestra capacidad de recuperación. Nuestra autoestima como nación se había desvanecido.

No obstante, debido al diseño de una visión estratégica de futuro, a la elaboración de un plan coherente, al cumplimiento estricto de las metas trazadas en el acuerdo stand by con el Fondo Monetario Internacional, al trabajo tesonero, a la perseverancia en la conquista de nuestros objetivos y a la confianza de la mayoría del pueblo en nuestras ejecutorias, podemos afirmar hoy con gran satisfacción, que hemos logrado superar las adversidades y dificultades que ponían en riesgo la estabilidad, el progreso y el bienestar de nuestra nación.

En base al trabajo, la dedicación y la confianza en un mejor porvenir, superamos la crisis heredada del 2004.

En los últimos tres años se registró un crecimiento promedio anual del Producto Interno Bruto, en términos reales, de 9.5 por ciento.

Ese es el más alto crecimiento promedio de la región, durante el período, y uno de los más elevados a nivel mundial.

El déficit del sector público no financiero de 3.1 por ciento del PIB en el 2004 se convirtió en un superávit de 0.1 por ciento en el 2007, lo que nos permitió recuperar la sostenibilidad de las cuentas fiscales y que el país volviese a ser considerado un sujeto de crédito confiable por parte de la comunidad financiera internacional.

La inflación promedio para el periodo indicado alcanzó 7.1 por ciento, lo que contribuyó en gran medida a la recuperación del salario real de los trabajadores dominicanos por la consecuente mejoría del poder adquisitivo de la moneda dominicana.

De igual modo se lograron durante los años 2005-2007 reducciones históricas en las tasas de interés activa y pasiva del sistema financiero, lo cual generó un crecimiento extraordinario de la cartera bancaria a sectores estratégicos, como es el caso de la vivienda.

Hubo un fuerte flujo de capitales hacia el país que posibilitó una importante acumulación de reservas internacionales por parte del Banco Central.

Al 31 de diciembre del 2007, las reservas netas habían alcanzado 2 mil 395 millones de dólares, un incremento de 1 mil 793 millones respecto al nivel registrado al finalizar el 2004.

La inversión extranjera directa, que al culminar el 2004 fue apenas de 909 millones de dólares, alcanzó 1 mil 698 millones de dólares en el 2007, el cual ha sido el nivel más alto alcanzado en toda la historia de la República Dominicana.

Una expresión concreta de la estabilidad lograda es la relativa a la tasa de cambio de la moneda dominicana con relación al dólar. Durante los últimos cuatro años, la tasa de cambio de la moneda dominicana ha oscilado entre 29 y 34 pesos por dólar.

Hoy podemos hablar de un sector financiero solvente. Hemos superado la crisis bancaria. Así lo muestran los indicadores del sector en lo relativo a su rentabilidad y la morosidad de su cartera. El país cuenta ahora con un mejor sistema de supervisión bancaria.

En lo que concierne a un tema de generalizada preocupación, como lo era el denominado déficit cuasi fiscal del Banco Central, debemos informar que ese déficit se redujo de un 3.6 a 1.8 por ciento del PIB, durante los últimos cuatro años.

La tasa de desempleo ha caído de 19.7 por ciento en octubre del 2004 a 14 por ciento en abril del 2008, el mismo nivel que teníamos al concluir nuestro primer período de gobierno en el año 2000.

Ese cambio en la tasa de desempleo significa que durante la administración 2004-2008 se crearon cerca de 500 mil nuevos empleos, como habíamos prometido. Eso contribuyó a una disminución de ocho puntos porcentuales en el nivel de pobreza, que cayó de 43.4 por ciento en octubre del 2004 a 35.7 por ciento en octubre del 2007.

A pesar de las difíciles restricciones presupuestarias que hemos enfrentado, el gasto social ha sido aumentado de 7.5 por ciento del PIB en el 2004, a 9.1 por ciento del PIB en el 2007.

Aunque todavía lejos de nuestras aspiraciones, el gasto en educación, salud y seguridad social se incrementó casi 2 puntos porcentuales al pasar de 3.4 a 5.3 por ciento del PIB durante el periodo de referencia.

En fin, Señores Legisladores e Ilustres Invitados, los esfuerzos desplegados por el Gobierno y la población dominicana durante los últimos cuatro años han tenido como recompensa la superación de una situación que sólo cuatro años atrás parecía conducirnos de manera inevitable hacia el abismo y la catástrofe.

Sin embargo, parece que el destino nos tiene reservado para grandes pruebas. No bien hemos logrado salir, luego de múltiples e ingentes esfuerzos de la crisis interna que nos abatió durante el cuatrienio 2000-2004, cuando ahora, al iniciar este tercer mandato presidencial, se avizora en el horizonte un deterioro de la economía global, como sólo había ocurrido durante la Gran Depresión.

Reconozco que un gran temor se ha apoderado del mundo respecto de los alcances de esta nueva adversidad. Que hay, una vez más, desasosiego e intranquilidad en relación a esta nueva calamidad económica que mantiene a buena parte de la población mundial en estado de zozobra.

No obstante, al asumir el poder, en enero de 1933, precisamente en medio de las grandes turbulencias económicas y financieras que sacudían a los Estados Unidos y al mundo de su época, Franklyn Delano Roosevelt advirtió que para superar la crisis lo primero que se requiere es valor y coraje, y por eso a lo único que debe temerse es al miedo mismo.

Así debemos enfrentar nosotros este nuevo periodo de gobierno, 2008-2012, que hoy se inicia. Sin miedo. Sin temor. Sin vacilaciones. Con valentía. Con coraje. En base a nuestra capacidad de trabajo. Con estricta e indeclinable confianza en el futuro, pues sabemos que en todo momento, este pueblo, de venerable tradición cristiana, estará protegido y conducido por aquel que guía nuestro destino: Dios, el Todopoderoso.

La actual es una crisis global caracterizada por los altos precios del petróleo y de los alimentos; por turbulencias en los mercados de capitales; por una crisis financiera, y por una caída abrupta del sector hipotecario, fundamentalmente en los Estados Unidos, todo lo cual ha conducido a una desaceleración del crecimiento económico a nivel mundial, a un incremento de la inflación y a un deterioro de la cuenta corriente de la balanza de pagos de los países importadores netos de productos básicos.

En estos momentos, Estados Unidos se encuentra padeciendo una disminución del crecimiento de su economía a nivel de la mitad del año pasado, esto es, de 2.2 por ciento en el 2007, a 1.1 por ciento en el 2008; y una caída del índice de confianza del consumidor a los niveles más bajos de los últimos 16 años.

Igualmente, está afectado por un fuerte déficit fiscal, que para este año se proyecta en cerca de 500 mil millones de dólares; por un debilitamiento del valor del dólar frente al euro y otras monedas; y por la crisis hipotecaria del sub-prime, que ha tenido un costo que ya ronda por los 400 mil millones de dólares, provocando que algunos de sus bancos más importantes se hayan tambaleado ante la furia y la magnitud de la crisis desatada.

Actualmente, la industria automotriz en los Estados Unidos atraviesa su peor año en una década. Lo mismo ocurre con las líneas aéreas y con los camioneros transportistas, los cuales han reducido su personal, y por consiguiente, la calidad de su servicio.

En Europa, baja el crecimiento de la economía. Se incrementa el índice de desempleo, sube la tasa de interés de los préstamos bancarios y el costo de la vida alcanza su más alto nivel desde 1999.

En América Latina, con excepción de los países productores y exportadores netos de combustibles fósiles, todos los indicadores de progreso y bienestar de la economía se ven estremecidos por el paso de los vientos huracanados de la actual tormenta económica mundial.

En fin, como pueden Uds. apreciar, se trata de una crisis de dimensiones globales, cuyo origen se encuentra en los grandes centros de poder del mundo y que para desactivarse exigirá la aplicación de un conjunto de medidas que reoriente el curso de la humanidad en los años por venir.

Tomemos, por ejemplo, el caso del petróleo. Se reconoce que diversos factores intervienen en su determinación de precios, como la relación entre oferta y demanda, la insuficiente inversión en nuevas refinerías, el incremento de los costos para extracción y procesamiento del crudo, el efecto de desastres naturales, la incorporación de China e India al gran consumo y los resultados de las tensione geopolíticas.

Comprendemos todo eso. Más aún, estamos conscientes que la actual civilización descansa en el uso de los combustibles fósiles.

En el 1900 el mundo produjo 150 millones de barriles de petróleo. En el 2000, cien años después, produjo 29 mil millones de barriles de petróleo, lo cual equivale a un incremento de 180 veces más.

El siglo XX, que ha sido considerado como el período histórico de mayor celeridad en la promoción del progreso y la modernización del género humano, fue, esencialmente, el siglo del petróleo.

Todo eso es comprensible y aceptable. Lo que no puede comprenderse ni aceptarse es la manipulación de algunos medios, llevada a cabo a escala planetaria, con la intención deliberada y cómplice de ocultar ante el mundo el papel de la especulación en el alza abrupta de los precios de los combustibles en los mercados internacionales.

La especulación opera de manera simple. En el mercado de contratos a futuro, alguien vende un petróleo que no tiene. Otro compra un petróleo que no espera recibir, con la extraña consecuencia de que ambos ganan dinero.

Parece una cantinflada. Pero no, es el capitalismo de casino del siglo XXI, funcionando a plena capacidad. Es un capitalismo de papeles, de manipulación, de fraude y de extorsión, que no tiene ninguna vinculación con los fundamentos de la economía real.

Debido a esa modalidad de capitalismo de casino, las bolsas de valores que operan con contratos a futuro, se han convertido en gigantescas e incontrolables salones de apuestas, cuyas actividades afectan los precios de los productos en la economía real.

Actualmente, hay más de 860 mil contratos a futuro de petróleo en las bolsas de Nueva York y Londres. Eso representa más de 870 millones de barriles de petróleo, lo que es prácticamente la producción de un año.

Esa enorme cantidad de petróleo sólo existe en papeles. Sin embargo, esos papeles, conforme al juicio de varios expertos que declararon por ante el Senado de los Estados Unidos, influyen por lo menos en el 30 por ciento del precio real de los combustibles.

El mundo no puede seguir así. No puede seguir apoyándose en la codicia, el egoísmo, la avidez y el engaño para amasar grandes fortunas en beneficio de unos pocos.

El mundo tiene que cambiar. Tiene que eliminar toda forma de injusticia, discriminación y desigualdad que exista. Tiene que avanzar su marcha hacia el mañana fundamentándose en la solidaridad, la cooperación y la integración.

A pesar de sus complejidades, el mundo, sin embargo, es bastante simple. De lo que se trata es de cambiar la codicia por la generosidad y la avaricia, por la fraternidad.

La globalización no puede seguir sin reglas que la gobiernen. El sistema financiero internacional no puede continuar operando en forma desregulada y sin supervisión adecuada. El libre comercio resulta insuficiente si al mismo tiempo no es comercio justo.

No hay razón alguna para que el presidente del Banco Mundial siempre sea un norteamericano; para que el director general del Fondo Monetario Internacional siempre sea un europeo; ni para que hasta ahora ningún africano o latinoamericano haya podido presidir la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Las instituciones de Bretton Woods, que fueron creadas para regir el mundo de la post-segunda guerra mundial, quedaron obsoletas cuando la Guerra Fría llegó a su fin.

Ahora, de lo que se trata es de construir las instituciones del nuevo orden mundial del siglo XXI, que tomen en consideración la dignidad de los pueblos, la diversidad de las culturas y el intercambio civilizado entre las naciones.

En ese contexto, la República Dominicana aspira a desempeñar un papel de mayor responsabilidad en la comunidad internacional y en los organismos multilaterales.

Esperamos a ser parte de un concierto de naciones que procura los mejores vínculos con los vecinos, promueva el multilateralismo, la integración regional y la búsqueda de la paz.

Honorables Miembros de la Asamblea Nacional:

En el año 2004 la factura petrolera ascendió en la República Dominicana a 1 mil 667 millones de dólares. Para este año 2008, se proyecta que alcance 6 mil 500 millones de dólares.

Eso es una diferencia de 5 mil 333 millones de dólares en tan sólo cuatro años, lo que equivale a decir que se ha incrementado en 400 por ciento.

En el 2004 la factura petrolera se financiaba con los recursos provenientes de las remesas familiares que ascendieron a 2 mil 230 millones de dólares y sobraba dinero.

Ahora, este año, la factura petrolera corresponde a más del doble de lo que ingresará por concepto de remesas familiares, ascendentes a 3 mil 270 millones de dólares.

En resumen, el monto proyectado de la factura petrolera de este año, representa casi el doble del monto de la deuda externa registrada al culminar nuestra primera gestión de gobierno en el año 2000.

La situación de altos precios del petróleo, de los alimentos y demás materias primas, así como el menor ritmo de crecimiento de la economía mundial, está teniendo un impacto de importancia sobre la balanza de pagos, los niveles de precios y las finanzas públicas de nuestro país.

Para encarar con éxito la situación antes descrita, estamos aplicando, en estos momentos, un conjunto de medidas de carácter fiscal y monetario, orientadas hacia el control del gasto, el mantenimiento de la confianza y la preservación de la estabilidad económica.

Ahora bien, hasta este momento, en medio de esta situación de calamidad de la economía global, ¿cuál ha sido el comportamiento de la economía dominicana?

Durante el primer semestre de este año, la tasa de crecimiento del PIB fue de 7.5 por ciento, similar al registrado para el mismo período del año pasado.

La inversión extranjera directa alcanzó el extraordinario monto de 1 mil 511 millones de dólares, lo que significa un aumento de 684 millones de dólares con respecto a igual período del año 2007.

El turismo y las remesas aportaron ingresos cercanos a los 4 mil millones de dólares.

Sólo en el sector turístico, la inversión proyectada para este año, será de l mil 896 millones de dólares; para el 2010, de 2 mil 100 millones; y para el 2011, se estima, hasta ahora, por encima de 1 mil 500 millones de dólares.

Estamos conscientes de los grandes retos y desafíos que nos aguardan durante los próximos cuatro años. Son retos desafiantes e incluso hasta intimidantes. Pero por los datos que acabo de ofrecer, todo esto no hace más que poner en evidencia la fuerza, el dinamismo y la vitalidad de la economía dominicana.

Por todo eso, al iniciar este nuevo mandato presidencial, me permito reivindicar mi proclama de fe y de confianza en el futuro de nuestra nación, para que expresemos una vez más, que en la República Dominicana, a pesar de los malos tiempos, ¡e´ pa’lante que vamos!

Durante el nuevo ejercicio gubernamental que hoy se inicia, nos disponemos ejecutar un Programa Macroeconómico de Mediano y Largo Plazo, orientado a preservar la estabilidad macroeconómica; lograr un crecimiento promedio anual del Producto Interno Bruto de por lo menos un 6 por ciento; procurar mantener la inflación en un solo digito; facilitar el financiamiento a los sectores productivos y asegurar la sostenibilidad de la deuda pública, privilegiando el gasto social en educación, salud, agua potable y vivienda.

En adición, nos proponemos mantener un superávit fiscal primario en el sector público no financiero de dos por ciento del PIB; promover un crecimiento permanente de las reservas internacionales del Banco Central hasta alcanzar el promedio de las economías de la región y contribuir con la necesaria recapitalización del Banco Central.

Con unas cuentas fiscales en superávit, un Banco Central fortalecido y unos adecuados niveles de reservas internacionales, se aumentaría la capacidad de la economía para mantener la confianza, la estabilidad macroeconómica y protegerse de eventuales nuevos choques externos.

Con respecto a la cuenta corriente, entendemos que las correcciones a ser adoptadas en el nuevo programa de gobierno permitirán que dicho déficit resulte en torno a un cuatro por ciento del PIB para el 2009 y continuar esta tendencia a la baja hasta llegar a un 2.3 por ciento del PIB en el 2012, lo cual sería consistente con los niveles históricos observados.

Daremos continuidad al programa de reformas del sector financiero y fortaleceremos la regulación y supervisión bancaria. Se introducirá de nuevo el Proyecto de Modificación de la Ley Monetaria y Financiera, y se procederá a la firma de un acuerdo de monitoreo post-ejecución del Programa Stand by con el Fondo Monetario Internacional.

En lo que respecta a la Ley para la Recapitalización del Banco Central, en el Presupuesto Suplementario, que acaba de ser aprobado, quedó establecido de manera taxativa, que el Poder Ejecutivo incluirá en el Fondo General el pago de las letras y bonos de recapitalización, y los que correspondan al 2009, con la finalidad de que al cierre de dicho ejercicio fiscal quede regularizado completamente mediante las apropiaciones presupuestarias correspondientes.

Señoras y Señores:

Nada hay tan degradante para el ser humano como el hambre. Nada tan humillante e ignominioso. Nada tan desgarrador. El hambre equivale a una sentencia de muerte. El hambre es moral y políticamente inaceptable, y por consiguiente, tiene que desaparecer de la República Dominicana y de la faz de la Tierra.

Sin embargo, en los últimos doce meses ha habido a nivel mundial una escalada alcista sin precedentes en los precios de los principales productos de la canasta familiar, que tienden a incrementar los niveles de pobreza y de hambre en el mundo.

Pero, de igual manera, ha habido un incremento drástico de los precios de los principales insumos de la producción agrícola y animal, como son fertilizantes, gasoil, maíz y soya.

Obviamente, esa situación se encuentra ligada al alza de los precios de los combustibles en los mercados internacionales. Pero también hay otros factores que lo explican, como, por ejemplo, la disminución de la oferta alimentaria por el abandono internacional que ha habido en la producción agropecuaria; los trastornos del cambio climático que ha desatado, tanto sequías prolongadas, como fuertes inundaciones; el incremento del poder adquisitivo de varios países de economía emergente, que ha modificado los patrones de alimentación de sus poblaciones; el subsidio a la producción y exportación de productos agrícolas en los países desarrollados, lo que ha generado un comercio desleal que desincentiva el desarrollo agropecuario de los países en vías de desarrollo; el cambio de orientación de una agricultura para la producción de alimentos a una agricultura para la producción de biocombustibles, sobre todo extraído de maíz; y finalmente, al igual que el petróleo, la especulación en la suscripción de contratos a futuro.

El panorama no pudiera ser más desolador. Para la República Dominicana, sin embargo, podría representar la gran oportunidad que durante años se estuvo soñando para volver a impulsar el desarrollo del sector agropecuario nacional.

Desde hace décadas nuestros productores del campo se venían quejando, con razón, de que debido a los fuertes subsidios a la producción agrícola por parte de los países desarrollados, lo que abarataba el precio de sus productos, ellos no se encontraban en condiciones de competir.

Ahora, sin embargo, al subir tanto los precios de los productos que vienen del exterior, el productor nacional se encuentra, por vez primera, con la posibilidad de hacer una sustitución competitiva de importación, al producir bienes de igual o mejor calidad que los importados y a un precio más asequible a los consumidores.

Para lograr eso, sin embargo, se requiere de un proyecto de transformación y modernización del sector agropecuario. Se requiere aumentar la productividad por tarea de tierra cultivable, reducir costos en la producción, promover el uso de las modernas tecnologías, fomentar la investigación y extensión en lo relativo al mejoramiento de semillas, uso eficiente del agua, energía y fertilizantes en las fincas, y la reducción de las pérdidas post-cosecha a través de una adecuada cadena de fríos, empaque, almacenamiento y distribución de productos.

Es sabido que el sector agropecuario necesita de fuentes de financiamiento para responder a los desafíos existentes en las nuevas condiciones del mercado. Por tales razones, estoy solicitando a las Autoridades Monetarias y Financieras someter a la Junta Monetaria que, de manera transitoria, la cartera de crédito que otorgue la banca comercial múltiple y el sector financiero en general a la agropecuaria reciba una calificación A, con la finalidad de garantizar la seguridad alimentaria en el corto plazo.

Para la garantía de la banca, se solicitará al Congreso Nacional que autorice una emisión especial de bonos por un monto de 5 mil millones de pesos que servirían de aval a los préstamos otorgados.

El Banco Agrícola de la República Dominicana pasará a ser una Corporación de Crédito Agropecuario, dirigido a la sostenibilidad de los pequeños productores. Los pasivos de terceros, o sea, las cuentas de ahorro de dicho banco, pasarán al Banco de Reservas y serán redimidas en un período de cuatro años, con los beneficios que le pertenezcan al Gobierno dominicano.

Estoy autorizando al Secretario de Estado de Hacienda a gestionar ante los Fondos de Pensiones 7 mil millones de pesos para préstamos al sector agropecuario, garantizando la tasa del mercado.

De igual manera, estoy sometiendo a la consideración del Congreso Nacional un anteproyecto de ley tendente a la creación en el país de un Sistema de Garantía Recíproca para el sector de la micro, pequeña y mediana empresa (MYPIMES), tanto rural como urbana, que tendrá como objetivo facilitar y viabilizar el acceso al crédito bancario.

Estoy sometiendo, de la misma manera, a la consideración de nuestras cámaras legislativas un Anteproyecto de Ley de Seguridad Alimentaria y Nutricional, que será el marco de acción del Consejo de Seguridad Alimentaria, el cual apoyándose en el derecho humano a la alimentación, garantice lo que se tiene como universalmente válido, que es “el derecho de toda persona a tener en todo momento acceso físico, económico y social a suficientes alimentos inocuos y nutritivos, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias a fin de llevar una vida activa y sana.”

En el presupuesto del año próximo, asignaremos una partida presupuestaria para fortalecer y generalizar el Seguro Agropecuario y haremos las gestiones pertinentes para lograr facilidades crediticias para programas de financiamiento a largo plazo para dicho sector.

Para proteger aún más de la crisis a los sectores más vulnerables de la población, en el marco de la Red de Protección Social, durante los próximos cuatro años, la ampliación del Programa Solidaridad no sólo implicará un aumento de la cobertura en términos del número de beneficiarios y monto de las transferencias actuales, sino la aplicación de los siguientes programas:

Primero: Programa de Suplementos Alimenticios, con fortalecimiento de nutrientes para niños y niñas de 0 a 5 años de edad, grupo que tiende a ser el más afectado en situaciones de crisis.

Segundo: Programa Tu Compromiso, orientado a reducir la deserción escolar de los jóvenes en condiciones de pobreza.

Tercero: Programa Retorno y Permanencia a la Escuela, cuya finalidad es la de asegurar que las madres adolescentes embarazadas entre 13 y 18 años de edad puedan continuar sus estudios.

Cuarto: Ampliación de la cobertura del Programa de Protección a la Persona Envejeciente en Pobreza Extrema (PROVEE), en un 50 por ciento con relación a la vigente en el 2008, lo que implica incorporar 25 mil nuevos adultos mayores; y

Quinto: Programa de Transferencia para indigentes en discapacidad;

Finalmente, con el propósito de promover oportunidades de empleo para los más desvalidos, se procederá al establecimiento de agencias de microcrédito, lo que les permitirá pequeñas inversiones para instalar, poner en marcha y desarrollar, una pequeña actividad económica, con lo que se fomentará la creación de empleos y el mejoramiento del nivel de ingresos de los beneficiarios.

Así, con ese conjunto de medidas, el Gobierno que hoy nace reitera su voluntad y su compromiso con los sectores más pobres de nuestra población, para que puedan desarrollar una vida digna, justa y honorable, como se lo merecen.

Ahora bien, Señoras y Señores, la República Dominicana, como nación, tiene que mirar más allá de la crisis. Tiene que plantearse objetivos estratégicos de mediano y largo plazo que garanticen la continuidad de su proceso de modernización y desarrollo, que sea social y territorialmente incluyente y compatible con la naturaleza.

Al reflexionar sobre estos aspectos, partimos de la premisa de que hacia la década de los años 80, la República Dominicana inició un proceso de transformación de una economía que había sido esencialmente exportadora de azúcar, café, tabaco y cacao, hacia un nuevo modelo de desarrollo, fundamentado en las áreas de zonas francas, turismo, remesas, telecomunicaciones y servicios financieros.

Durante más de 25 años ese modelo ha resultado exitoso, y nuestro país ha sido objeto de reconocimientos y elogios internacionales por los logros alcanzados a lo largo de esos años.

Pero ocurre que al tiempo que los sectores antes mencionados se iban desarrollando, los sectores tradicionales de la industria local y la agropecuaria, es decir, lo que constituye nuestro sector productivo, se iba rezagando.

Los principales efectos de ese rezago han sido la migración del campo hacia las ciudades, la creación de una marginalidad social y de una pobreza urbana, así como el refugio de esa población en actividades económicas informales.

Como desafortunadamente hemos podido comprobar, algunos sectores vinculados a la producción global han contribuido a crear una falsa apreciación del concepto de competitividad, el cual parecería entenderse como reducción de costos en la producción mediante el pago de bajos salarios.

Eso es lo que ha ocurrido, en los últimos años, con el área de textiles de las zonas francas de Centroamérica y el Caribe, las cuales se han visto desplazadas por el surgimiento de una competencia feroz en Asia que depende esencialmente de bajos salarios.

Esa es otra de la perfidia y de la injusticia que tiene el actual sistema económico global, pues pone a las naciones y a las empresas a competir entre sí, sobre la base de quien paga menor salario a sus trabajadores.

Eso es inaceptable en este siglo XXI. Eso también tiene que cambiar. Para lograrlo proponemos que en lugar de una competitividad fundamentada en una mano de obra barata y poco calificada, debemos promover una competitividad cimentada en la producción de bienes y servicios que tengan mayor valor agregado, mediante la incorporación de la innovación y la tecnología y el desarrollo de respuestas ágiles y flexibles a las cambiantes demandas de los mercados.

Todo eso, supone, pues, un ajuste a nuestro actual modelo de desarrollo. Supone la incorporación de nuestros sectores productivos a una Estrategia Nacional de Competitividad que nos permita aprovechar el acceso a los mercados globales alcanzado con la suscripción de acuerdos de libre comercio con los Estados Unidos, Centroamérica y Europa.

Eso también va a requerir, por supuesto, de trabajadores capacitados para asimilar nuevos procesos, de empresarios innovadores, dispuestos a enfrentar el desafío de reorganizar sus procesos productivos y de un Gobierno, como estamos dispuestos a hacerlo, que brinde el apoyo requerido para esa reestructuración productiva.

Como habrán podido Uds. advertir, no es que estemos opuestos a la globalización. Este es un fenómeno irreversible, característico del sistema económico transnacional e interdependiente que hoy predomina en el mundo. Lo que abogamos es que sea una globalización justa y solidaria.

La Estrategia Nacional de Competitividad fomentará la creación del Sistema Nacional de Innovación y Desarrollo Tecnológico, que dará lugar a la formación de una red de incubadoras de empresas; promoverá un programa de competitividad de la mediana, pequeña y microempresa y desarrollará los clusters de agronegocios, textiles, confecciones, calzado y construcción.

En el sector turístico debemos proponernos superar, sin pretender desestimarlo, la modalidad del paquete todo incluido, para de esa manera atraer turistas que estén dispuestos a pagar servicios de mayor calidad.

Debemos diversificar la oferta turística y en lugar de playa, sol y arena, que al fin y al cabo es lo que también tienen nuestros competidores, podamos desarrollar el turismo de montañas, de aventuras, de cruceros, de deportes, etc., como ya sé estamos realizando.

Debemos integrar el turismo al desarrollo de las comunidades, para que los beneficios del mismo sean más extendidos. Debemos seguir ampliando toda la infraestructura necesaria para la consolidación de los distintos polos y disponer de un ordenamiento territorial adecuado.

Debemos continuar nuestros actuales niveles de promoción y desarrollar una marca país que sirva de difusión de la imagen de la República Dominicana. Debemos estar siempre atentos a eventuales problemas de salubridad y proveer seguridad pública. Debemos, finalmente, prestarle atención, mucha atención, a la formación de nuestros recursos humanos, porque una estrategia exitosa de competitividad nacional siempre va a requerir de una política de calidad total.

¡Esa es la República Dominicana a que aspiramos! Una República Dominicana moderna, en permanente progreso, con capacidad exportadora, integrada a los flujos internacionales de bienes y servicios, y proveyendo bienestar a todos sus ciudadanos.

Obviamente, no podemos alcanzar los sueños y las aspiraciones de una República Dominicana moderna y próspera si no logramos resolver, de manera definitiva, los problemas del sector eléctrico nacional.

En la actualidad, el sector se ve severamente afectado por los altos costos de generación, debido al incremento de los precios de los combustibles en los mercados internacionales.

Ese aumento desmesurado en los precios de los combustibles ha dejado fuera de operación cientos de megavatios en turbinas a gas, cuyos costos de producción resultan muy elevados y ha limitado de manera considerable la capacidad de generación de una serie de plantas térmicas, debido a su baja confiabilidad y eficiencia.

Pero además, la demanda de energía ha seguido creciendo en la misma proporción en que ha ido creciendo nuestra economía.

Todo eso lo que indica es que para evitar desabastecimiento en el futuro, se hace impostergable aumentar la capacidad de generación, para que esta resulte más confiable y a costo más económico.

Durante los últimos dos años se ha venido trabajando con el sector privado para instalar y operar dos centrales a carbón mineral de 600 megavatios cada una; y en lo que respecta a la conversión de Cogentrix, los propietarios de esta Central han llegado a un acuerdo con la Empresa AES Dominicana y con CDEEE, para iniciar la obra del gasoducto el próximo mes de septiembre, a los fines de convertirla al uso de gas natural en lugar de gasoil.

Esta medida nos permitirá disponer de 300 megavatios de uso continuo, en lugar de la operación temporal actual. En otras palabras, dispondremos de una mayor cantidad de energía a más bajo precio.

Así mismo, el gobierno está construyendo cerca de 300 megavatios en plantas hidroeléctricas, como Pinalito, Palomino, Las Placetas, Magueyal, Las Barias, Pryn Brazo Derecho, Artibonito y la expansión de Hatillo.

Un conjunto de proyectos de energía eólica de más de 700 megavatios está siendo analizado con miras a su implementación aprovechando las facilidades contempladas dentro de la Ley de Incentivos de Energía Renovable número 57-07.

El Gobierno dedicará todo su esfuerzo para completar la Autopista Eléctrica Santo Domingo-Santiago a 345 mil voltios, cuya construcción está avanzada.

Otros proyectos de transmisión a 345 mil voltios, como las Líneas Pepillo Salcedo-Santiago, semi anillo Santo Domingo y Hatillo-Julio Sauri, también serán construidos y puestos en operación dentro del período gubernamental que hoy se inicia.

De igual manera, serán construidos varios proyectos de líneas de transmisión y subestaciones asociadas a 138 mil voltios.

En materia de ahorro de energía, importantes medidas están siendo ejecutadas, como es el caso de la sustitución de diez millones de bombillas incandescentes, por bombillas fluorescentes de bajo consumo.

Esta medida permitirá a los consumidores pagar 2 mil millones de pesos menos en facturas de energía por año, sin disminuir la calidad del servicio.

Del mismo modo, las Empresas Distribuidoras podrán disminuir sus compras de energía en por lo menos 2 mil 500 millones de pesos al año y la demanda máxima de potencia del sistema se reducirá en alrededor de 170 megavatios, lo que equivale virtualmente a una planta de tamaño mediano.

Se ha avanzado en el aspecto institucional promulgando la Ley de Incentivo a la Energía Renovable con su respectivo reglamento de aplicación, así como la ley donde se establece la criminalización del fraude eléctrico.

Como puede observarse, a pesar de las dificultades creadas por el incremento de los precios de los combustibles y la continuidad del denominado Acuerdo de Madrid, el Gobierno se mantiene siempre activo en la búsqueda de soluciones a este angustioso y mortificante problema del sector eléctrico nacional.

Ahora bien, la reestructuración productiva es sólo un pilar del nuevo modelo de desarrollo hacia el cual debe transitar el futuro de la República Dominicana. Para que éste sea realmente efectivo y contribuya a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, debe incorporar entre sus objetivos el desarrollo de nuestro capital humano y de nuestras instituciones democráticas.

El futuro de una nación descansa en su juventud. Son los jóvenes los que tienen el entusiasmo, la energía y el talento para crear, innovar y transformar.

Bill Gates tenía menos de treinta años de edad cuando formó la empresa Microsoft, que ha contribuido a cambiar el mundo mediante la aplicación de sus productos de software.

Seryey Brin, el joven ruso que emigró hacia los Estados Unidos, estaba en sus veinte cuando ya estaba formando, junto a otros colegas, la empresa Google, que ha creado unos sistemas de metadata, de la que dependen millones de personas en el mundo para la búsqueda de información por Internet.

Finalmente, están unos jovenzuelos, entre 18 y 19 años de edad, que tuvieron la visión y la iniciativa de crear la página de YouTube, la cual ha revolucionado el mundo de los medios de comunicación, y que acaban de vender por más de un billón de dólares.

Juan Pablo Duarte, nuestro Padre de la Patria, sólo tenía 25 años de edad cuando fundó la República Dominicana.

El futuro pertenece a los jóvenes. Pero para que puedan cristalizar sus sueños, tienen que cultivar desde la niñez su intelecto, su creatividad, su capacidad de observación, su curiosidad y su espíritu de innovación, a través de un sistema educativo que sea equitativo y de calidad.

En nuestro país, constituye un imperativo el fortalecimiento del sistema educativo nacional. En tal virtud, nos proponemos lograr un aumento progresivo y sostenido de la inversión en educación, al tiempo de seguir ampliando la cobertura escolar y de reducir la sobreedad, la deserción y la repitencia.

Revisaremos de manera integral el currículo vigente para todos los niveles y modalidades y fortaleceremos el programa de lectura, escritura y matemática que se desarrolla en el primer ciclo del nivel básico.

Ampliaremos el Programa de Bachillerato Acelerado para Adultos y los programas de nivelación y aceleración de aprendizaje.

De igual manera, incrementaremos el número de Centros de Excelencia del Nivel Medio y expandiremos la cobertura de los TEVECENTROS.

Impulsaremos el programa de bachillerato por Internet (Bachinet) y elevaremos la oferta de educación técnico profesional.

Incrementaremos a dos millones de estudiantes el número de raciones del programa de Alimentación Escolar y continuaremos entregando en forma gratuita los libros de texto a toda la población estudiantil del sector público.

Dedicaremos especial atención a la infraestructura escolar y continuaremos trabajando, de manera infatigable, en la reducción de la brecha digital.

En materia de educación superior, hay un conjunto de programas e iniciativas, entre los cuales hay que destacar el programa de becas nacionales e internacionales y el programa Tarjeta Joven Universitaria, para favorecer a jóvenes con talento que requieran de apoyo para la realización de sus estudios.

Se promoverá el área de ciencias básicas e innovación más desarrollo en salud y biomedicina; medio ambiente y recursos naturales; biotecnología y recursos genéticos; producción sostenible y seguridad alimentaria; desarrollo de materiales; desarrollo de software, de energía y biocombustibles.

Se tomarán iniciativas para promover la dignidad de los maestros.

Al colocar la nación el futuro de nuestros niños y de nuestros jóvenes en las manos de nuestros maestros, nos sentimos comprometidos a mejorar sus condiciones de vida, a elevar su nivel profesional, a apoyar su formación continua y a dotarles de los medios adecuados para llevar a cabo su venerable y respetada tarea con el éxito esperado por todos.

Para nosotros seguirá siendo siempre válida la consigna de “República Dominicana despierta, que llegó la hora de la escuela. »

Pero, además, estaremos impulsando las áreas de enseñanza de las escuelas de Bellas Artes, fundamentalmente, música, pintura, teatro y danza.

Continuaremos con los talleres literarios por todo el país, con la promoción de la industria del cine y con el fortalecimiento de los Consejos Provinciales de Cultura.

De igual manera, impulsaremos políticas para incorporar al máximo de la población a la práctica deportiva y recreativa, a través de programas de iniciación deportiva para adultos, envejecientes y discapacitados.

En el área de deporte de competición y alto rendimiento, se hará una selección de talentos deportivos a gran escala en todas las provincias y municipios del país, y en materia de infraestructura deportiva, nos comprometemos a culminar la construcción de todos los polideportivos a nivel nacional.

Esperamos que con este apoyo, nuestros deportistas se comprometan con el país a aumentar, de manera significativa, el número de medallas en los próximos Juegos Olímpicos del año 2012.

Al igual que Uds., estoy seguro que así será.

Nada de cuanto he dicho, sin embargo, puede llevarse a cabo sin un buen sistema de salud y seguridad social.

En ese campo, el objetivo esencial es el de prolongar y mantener la calidad de vida. Para eso, estamos cambiando el paradigma o modelo de funcionamiento del sector salud, de uno tradicional, de carácter curativo, a uno moderno, de naturaleza preventiva.

Durante los próximos cuatro años, nos proponemos en el sector salud desarrollar un primer nivel de atención de alta capacidad resolutiva para responder a las primeras necesidades presentadas por los pacientes.

Se creará la Red Pública Única, que consistirá en la integración de todos los hospitales y centros de salud públicos en un esquema regional, de carácter descentralizado y autónomo, la cual mejorará la eficiencia y calidad de los servicios públicos de salud.

Se utilizará la Receta Única para la dispensación de medicamentos en la red. Se fortalecerán y ampliarán las Farmacias del Pueblo y la cartera de medicamentos que ofrecen.

Durante la gestión de gobierno que hoy se inicia, nos proponemos reducir la tasa de mortalidad materna a 80 por 100 mil nacidos vivos; y disminuir la mortalidad infantil a 25 por mil nacidos vivos.

De igual manera, constituyen metas a ser alcanzadas, el lograr una cobertura de inmunización de 90 por ciento en todos los municipios del país, así como emprender acciones para el control de la malaria, el dengue, la rabia, la tuberculosis y el VIH-Sida.

Para el 2012, nuestro objetivo es el de alcanzar la consolidación del Sistema de Seguridad Social en el ámbito de salud, pensiones y riesgos laborales, convirtiéndolo en el pilar fundamental del sistema de protección social en el país.

Ahora bien, compartimos el criterio de que el bienestar humano sólo puede alcanzarse a plenitud en un medio ambiente sano.

Nos preocupa que la importante diversidad biológica dominicana se encuentre amenazada por la pérdida de la cubierta vegetal y la disminución de la productividad del sistema natural, la sobreexplotación de los recursos naturales, la fuga de recursos genéticos, y la erosión de los recursos costeros y marinos.

Para enfrentar con eficacia esa situación, resulta imprescindible reformular la Política Nacional de Medio Ambiente y Recursos Naturales para el Desarrollo Sostenible, razón por la cual promoveremos la aprobación de las leyes sectoriales y especiales sobre ordenamiento territorial, bosque, agua, biodiversidad, seguridad de la biotecnología, manejo de residuos sólidos, espacios costeros y marinos y la reforma de la ley de áreas protegidas.

Con la puesta en ejecución de estas iniciativas, aspiramos a la sostenibilidad del desarrollo de la República Dominicana; a vivir en armonía con la naturaleza; a dejar como legado para las futuras generaciones nuestro actual tesoro ecológico; y a establecer nuestro compromiso con la preservación de la Tierra como nuestro hogar común y la supervivencia de la especie humana.

Esas serán nuestras más grandes responsabilidades del siglo XXI.

Señores Miembros de la Asamblea Nacional. Distinguidas Personalidades:

El desarrollo de un país está en relación directa con el avance de sus infraestructuras.

Durante las últimas décadas la República Dominicana, en este aspecto, ha progresado de manera impresionante y extraordinaria.

Sin embargo, para acelerar su marcha hacia la modernidad, es preciso definir un conjunto de proyectos que garanticen la transformación continua de nuestra sociedad.

Es por esta razón que no puedo pasar por alto la oportunidad de compartir con ustedes la presentación de los que serán algunos de nuestros proyectos de desarrollo de infraestructura durante los próximos cuatro años.

En tal sentido, nos proponemos concluir la Construcción del Bulevar Turístico del Este; el Plan Nacional de Asfaltado; el Puente sobre el Río Soco; la Carretera Sabana de la Mar-Miches; la Carretera Bayaguana-El Puerto-Hato Mayor; las Carreteras Constanza-Duarte-Casabito y Jarabacoa-El Río-Constanza.

En el Distrito Nacional, daremos solución a los grandes entaponamientos que se generan en la dirección Norte-Sur.

Para dar respuesta a esa problemática, construiremos un viaducto en la Ave. Luperón y un túnel en la 27 de Febrero, entre la Caonabo y la Autopista 6 de Noviembre; un elevado, túnel y rotonda en las Avenidas 27 de Febrero con Núñez de Cáceres; 27 de Febrero con Dr. Defilló; y 27 de Febrero con Ortega y Gasset.

Concluiremos la prolongación de la Ave. Del Puerto, Francisco Alberto Caamaño Deñó, hasta el Puente Presidente Peynado.

Construiremos el Corredor Duarte, conformado por la construcción del elevado de la Ave. Monumental, el elevado de Manoguayabo, el elevado de la Núñez de Cáceres-Teleantillas, el elevado de la Padre Castellanos (antigua 17); la construcción de dos puentes paralelos al Puente de la 17 y el elevado de la Ave. San Vicente de Paul hasta Las Américas.

La construcción de esta obra permitirá incrementar la velocidad de 25 a 60 km/hora, logrando ahorro en combustible y tiempo a los usuarios, y garantizando al gran Santo Domingo una solución integradora.

En la Provincia de Santiago, también daremos solución a la problemática del tránsito en la dirección Norte-Sur, y para ello, vamos a prolongar y ampliar la calle Sabana Larga hasta el antiguo Aeropuerto Cibao.

Conectaremos la Ave. Duarte con la Ave. Francia. Enlazaremos con un puente la Calle Hatuey con la Calle Enriquillo, y construiremos pasos a desnivel en la Circunvalación Sur.

De igual manera, se construirá una vía lateral en Cabarete, Provincia Puerto Plata. Construiremos el Malecón de Nagua, el Malecón de San Pedro de Macorís y rehabilitaremos el Puerto de Manzanillo y el muelle de San Pedro de Macorís.

Terminaremos la Autopista San Cristóbal-Baní. Construiremos las circunvalaciones de Baní, Azua y San Juan de la Maguana, y se concluirá la carretera San Juan-Batey II-Barahona.

Este gobierno que hoy se inicia, hará una gran alianza con el sector privado, bajo el modelo de asociación público-privada, para construir grandes proyectos de infraestructura fundamentales para nuestro desarrollo.

Es en base a ese modelo que pretendemos construir la segunda línea del Metro de Santo Domingo y el tren de carga y pasajeros desde el Puerto de Haina hasta la ciudad de Santiago.

Asimismo, con este modelo, nos proponemos construir el Sistema de Túneles de Sans Souci para agilizar el tránsito Este-Oeste, el cual conectará la Ave. George Washington con la Ave. España, por debajo del Río Ozama.

Terminaremos La Autovía del Este y construiremos la Autopista del Coral desde La Romana hasta Bávaro.

Pondremos en marcha el Proyecto VIADOM, para rehabilitar las principales carreteras del Norte y Sur del país, lo que permitirá, además, terminar la Circunvalación Norte de Santiago, ampliar a cuatro carriles desde Navarrete hasta Puerto Plata y extender, también, a cuatro carriles desde Controba hasta San Francisco de Macorís.

Para realizar estas alianzas entre el gobierno y el sector privado, es necesario un marco legal que haga posible esta sinergia tan importante para el desarrollo de las naciones; y por eso, hoy sometemos nuevamente al Congreso Nacional el Anteproyecto de Ley General de Asociación Público-Privada, el cual permitirá la regulación de la inversión en obras de carácter público.

Una de las grandes prioridades asumidas por la presente administración, fue la construcción de los Centros Universitarios Regionales de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Nos comprometimos a edificar ocho centros universitarios regionales, así como la construcción y reparación de las distintas facultades de la sede central.

Ya hemos inaugurado cuatro de los referidos centros, y nos proponemos en los próximos meses a hacer entrega del Centro Universitario Regional de Bonao, del Centro Universitario Regional Suroeste (CURSO), ubicado en la provincia de Barahona; del Centro Universitario Regional Oeste (CURO), ubicado en el municipio de San Juan de la Maguana; y del Centro Universitario Regional de Mao.

A partir del próximo año iniciaremos la construcción de los edificios de aulas de la UASD en la Provincia de San Pedro de Macorís.

En la sede central terminaremos el nuevo Comedor Universitario con capacidad para 10 mil 860 personas por día; la Torre Administrativa; el Edificio de Parqueos; el Edificio de Investigación, Desarrollo e Innovación, que será una de las obras de mayor trascendencia científico-tecnológica del país.

En esta edificación, instalaremos laboratorios de alta tecnología: laboratorios de farmacéutica, de tecnología de alimentos, de biotecnología, de robótica, mecatrónica, simulación y de energía y medio ambiente.

Además, serán remodeladas las facultades de Ingeniería y Arquitectura, Ciencias, Derecho, Medicina, Humanidades y Odontología.

Así mismo, concluiremos en este periodo, las instalaciones del Instituto Técnico Superior Comunitario y los Centros Tecnológicos Comunitarios (CTC); y apoyaremos al Instituto Nacional de Formación Técnico-Profesional (INFOTEP) en la construcción del Centro de Apoyo a la Competitividad y Productividad Empresarial.

En este próximo gobierno, como puede apreciarse, pondremos todo el empeño para que los estudiantes provenientes de familias de bajos ingresos puedan estudiar en una universidad pública que ofrezca las mismas condiciones de avance científico y modernidad que las más avanzadas de la región.

Creemos que sólo así se hace Patria.

El próximo Gobierno se propone construir, ampliar y reparar más de 16 mil aulas, instalar más de 600 laboratorios de informática para nivel básico y cerca de 250 de ciencia e informática para el nivel medio.

El programa de obras iniciado por esta administración, el cual nos proponemos concluir durante los próximos cuatro años, concedió particular importancia a la construcción, remodelación y rescate de los monumentos históricos y centros culturales del país.

Durante los próximos días, inauguraremos el Centro Cívico Cultural del Club Mauricio Báez, una impresionante obra para la promoción de la educación y la cultura en el corazón del Barrio de Villa Juana.

En estos momentos avanzamos en la ampliación y reconstrucción de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña en la Plaza de la Cultura; del Archivo General de la Nación, guardián de la memoria histórica del pueblo dominicano, y en el próximo mes de septiembre, inauguraremos el emblemático Palacio de Bellas Artes de Santo Domingo.

En nuestra agenda de los próximos cuatro años, daremos prioridad a la remodelación de la Plaza de la Cultura, en Santo Domingo, así como a la construcción de varias ciudades culturales en las provincias del país, cuyo modelo iniciamos en la provincia de La Vega, con la Ciudad Cultural Profesor Juan Bosch.

Durante la próxima gestión de gobierno, el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte se convertirá en un verdadero centro de recreación para la familia.

Vamos a remodelar, ampliar y reconstruir todas las edificaciones existentes, y construiremos además, un parque temático infantil, un centro de convenciones y parque ferial con capacidad para 50 mil personas; y estacionamientos soterrados para 3 mil 500 vehículos.

El hoy Palacio de los Deportes, será convertido en la Arena Metropolitana de Santo Domingo Virgilio Travieso Soto, con todas las comodidades y características para celebrar actividades deportivas, artísticas y culturales de clase mundial.

Hemos planificado construir 10 mil nuevas viviendas distribuidas en todo el territorio nacional, y mejorar más de 200 mil a familias pobres en comunidades y barrios de las principales provincias del país.

En el ámbito de la Salud Pública, terminaremos y equiparemos los distintos subcentros de salud que se construyen en el país. Terminaremos la Ciudad de la Salud, un complejo hospitalario conformado por un Hospital General y de Especialidades, un Hospital Materno-Infantil, un Hospital Pediátrico, un Hospital Traumatológico y el Centro Logístico de Distribución de Medicamentos.

Con este complejo hospitalario, serán incorporadas 1 mil 080 nuevas camas al sistema nacional de salud.

Nos proponemos, en adición, construir varios centros hospitalarios regionales, que al mismo tiempo sirvan como hospitales docentes para las universidades en las distintas regiones a nivel nacional.

Ampliaremos el Hospital Marcelino Vélez Santana y concluiremos el Centro Comprensivo de Cáncer Dr. Heriberto Pieter en la ciudad de Santo Domingo.

En el ámbito de la Reforma Integral del Sistema Penitenciario, construiremos siete centros con capacidad para 12 mil 800 internos, ubicados estratégicamente en distintos puntos del territorio nacional.

Como forma de disminuir los efectos de la crisis alimentaria y lograr que los ciudadanos tengan acceso a productos de buena calidad, en condiciones adecuadas y a bajo precio, construiremos la Red Nacional Alimentaria (RENA), que consiste en la construcción de mercados mayoristas ubicados en Santo Domingo, Santiago, Azua y La Altagracia, y de mercados minoristas, distribuidos en los principales municipios de las provincias del interior.

El próximo gobierno centrará su atención en el suministro de agua potable para una población creciente. Por consiguiente, la construcción de acueductos continuará siendo prioritaria en la agenda de desarrollo nacional.

En ese sentido, concluiremos en el próximo periodo de gobierno el Acueducto de Higuey, el Acueducto Múltiple de Nagua, el Acueducto de Baní y el Acueducto Múltiple de Samaná.

Ampliaremos el Acueducto de San Cristóbal, y en La Romana, extenderemos el acueducto de ese municipio y el de Villa Hermosa, y construiremos otros pequeños acueductos en distintas comunidades.

Estas inversiones beneficiarán a mas de un millón 900 mil personas.

De igual manera, para proveer de agua suficiente en el mediano y largo plazo a la ciudad de Santo Domingo, construiremos una obra de abastecimiento de agua sobre el río Haina y se ampliará la capacidad de producción del proyecto Barrera de Salinidad.

Con la realización de estos proyectos, se logrará incrementar la capacidad de suministro de agua en 294 millones de galones diarios, suficientes para dotar del preciado líquido durante más de 15 años a la Ciudad de Santo Domingo.

El Gobierno construirá la presa de Monte Grande que suplirá de agua al Acueducto Regional del Suroeste, al tiempo que servirá para controlar las inundaciones que cada año afectan a más de medio millón de habitantes de Tamayo, Jimaní y otros municipios de la provincia de Barahona.

Así mismo, concluiremos la construcción de la presa de Guaiguí en la provincia de La Vega, lo que permitirá que más de 90 mil tareas de tierra tengan suministro de agua seguro para riego, y se puedan mitigar las crecidas del río Yuna, que tantas dificultades han provocado en las comunidades aledañas.

Por el conjunto y la diversidad de obras a realizarse durante los próximos cuatro años, es evidente que el gobierno que hoy se inicia no tendrá descanso ni para respirar en su tarea de transformación de la sociedad dominicana.

¡Que bueno que así sea!

Señoras y Señores:

En la República Dominicana anhelamos la realización de una Revolución Democrática. Esa revolución consiste en la construcción de un Estado moderno, transparente, con equidad de género y eficiente, al servicio de los ciudadanos.

Para lograrlo, hemos impulsado durante los últimos cuatro años una de las reformas más profundas de la historia nacional en el área de la administración pública.

Hemos elaborado una nueva Ley de Presupuesto; una Ley de Contraloría General de la República; una Ley de Tesorería; una Ley de Contabilidad Gubernamental; una Ley de Crédito Público; y una Ley de Compras y Contrataciones.

Se ha creado una Secretaría de Estado de Economía, Planificación y Desarrollo, a partir del antiguo Secretariado Técnico de la Presidencia, y una nueva Secretaría de Estado de Hacienda, en sustitución de la Secretaría de Estado de Finanzas.

La Dirección General de Impuestos Internos y la Dirección General de Aduanas tienen ahora autonomía funcional, administrativa, técnica y presupuestaria.

Esas reformas se han hecho tomando en consideración las mejores prácticas internacionales y las condiciones particulares de nuestra economía, y en poco tiempo han contribuido a institucionalizar el manejo de las finanzas públicas del país.

La Ley de Función Pública introduce transformaciones importantes en lo relativo al acceso, permanencia y ascenso, en base al mérito, de los servidores públicos; y la nueva Ley Municipal, la cual promueve mecanismos de descentralización y participación en la construcción del desarrollo local.

Todas esas reformas resultarían irrelevantes, sin embargo, si al mismo tiempo no logramos prevenir, perseguir y castigar esa hidra de siete cabezas que erosiona la credibilidad y legitimidad del sis