Discurso de triunfo de la Revolución Cubana

Santiagueros; Compatriotas de toda Cuba:

Al fin hemos llegado a Santiago. Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado.

Se decía que hoy a las 2:00 de la tarde se nos esperaba en la capital de la república, el primer extrañado fui yo, porque yo fui uno de los primeros sorprendidos con ese golpe traidor y amañado de esta mañana en la capital de la república.

Además, yo iba a estar en la capital de la república, o sea, en la nueva capital de la república, porque Santiago de Cuba será, de acuerdo con el deseo del Presidente provisional, de acuerdo con el deseo del Ejército Rebelde y de acuerdo con el deseo del pueblo de Santiago de Cuba, que bien se lo merece, la capital. ¡Santiago de Cuba será la capital provisional de la república!

Tal vez la medida sorprenda a algunos, es una medida nueva, pero por eso ha de caracterizarse, precisamente, la Revolución, por hacer cosas que no se han hecho nunca (GRITOS Y APLAUSOS). Cuando hacemos a Santiago de Cuba capital provisional de la república, sabemos por qué lo hacemos. No se trata de halagar demagógicamente a una localidad determinada, se trata, sencillamente, de que Santiago ha sido el baluarte más firme de la Revolución (GRITOS y APLAUSOS).

La Revolución empieza ahora; la Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros, sobre todo, en esta etapa inicial, y en qué mejor lugar para establecer el Gobierno de la república que en esta fortaleza de la Revolución (GRITOS Y APLAUSOS), para que se sepa que este va a ser un gobierno sólidamente respaldado por el pueblo en la ciudad heroica y en las estribaciones de la Sierra Maestra, porque Santiago está en la Sierra Maestra (GRITOS Y APLAUSOS). En Santiago de Cuba y en la Sierra Maestra, tendrá la Revolución sus dos mejores fortalezas (APLAUSOS).

Pero hay, además, otras… (INTERRUPCION)… Naturalmente que nosotros nunca hemos… (INTERRUPCION) … de rechazar cualquier colaboración… (INTERRUPCION)… «Â¿Usted me promete que no?» Y dice: «Le prometo que no.» Digo: «Â¿Usted me jura que no?» Y me dijo: «Le juro que no» (GRITOS Y APLAUSOS).

Yo considero que lo primero que debe tener un militar es honor, que lo primero que debe tener un militar es palabra, y este señor ha demostrado no solo falta de honor y falta de palabra, sino falta, además, de cerebro, porque un movimiento que pudo haberse hecho desde el primer momento con todo el respaldo del pueblo y con el triunfo asegurado de antemano, lo que hizo fue dar un salto mortal en el vacío. Creyó que iba a ser demasiado fácil engañar al pueblo y engañar a la Revolución.

Sabía algunas cosas: sabía que en cuanto dijeran que Batista había agarrado el avión el pueblo se iba a tirar a la calle loco de contento, y pensaron que el pueblo no estaba lo suficientemente maduro para distinguir entre la fuga de Batista y la Revolución; porque si Batista se va y se apoderan allá de los tanques los amigos de Cantillo, muy bien pudiera ser que el doctor Urrutia tuviera que irse dentro de tres meses también, porque lo mismo que nos traicionaban ahora nos traicionaban luego, y la gran verdad es que el señor Cantillo nos traicionó a nosotros antes de la Revolución. Bien que lo ha demostrado, y lo voy a demostrar.

[…]

Era lógico que con el odio despertado allí contra la fuerza pública, por los inenarrables horrores de Ventura y de Pilar García, la caída de Batista iba a producir una desorganización en la ciudadanía y que, además, aquellos policías se iban a sentir sin fuerza moral para contener al pueblo, como, efectivamente, ocurrió: una serie de excesos han tenido lugar en la capital: saqueos, tiroteos, incendios. Toda la responsabilidad cae sobre el general Cantillo por haber traicionado la palabra empeñada y por no haber realizado el plan que se acordó. Creyó que nombrando capitanes y comandantes de la policía —muchos de los cuales cuando los habían nombrado ya se habían ido, prueba de que no tenían la conciencia muy tranquila— iba a resolver la cuestión.

Qué distinto, sin embargo, fue en Santiago de Cuba. ¡Qué orden y qué civismo! ¡Qué disciplina demostrada por el pueblo! Ni un solo caso de saqueo, ni un solo caso de venganza personal, ni un solo hombre arrastrado por las calles, ni un incendio. Ha sido admirable y ejemplar el comportamiento de Santiago de Cuba, a pesar de dos cosas: a pesar de que esta había sido la ciudad más sufrida y que más había padecido el terror, por lo tanto, la que más derecho tenía a estar indignada (GRITOS Y APLAUSOS); y a pesar, además, de nuestras declaraciones de esta mañana diciendo que no estábamos de acuerdo con el golpe.

Santiago de Cuba se comportó ejemplarmente bien, y creo que será este caso de Santiago de Cuba un motivo de orgullo para el pueblo, para los revolucionarios y para los militares de la Plaza de Santiago de Cuba (GRITOS Y APLAUSOS). Ya no podrán decir que la Revolución es la anarquía y el desorden; ocurrió en La Habana, por una traición, pero no ocurrió así en Santiago de Cuba, que podemos poner como modelo cuantas veces se trate de acusar a la Revolución de anárquica y desorganizada (APLAUSOS).

Es conveniente que el pueblo conozca las comunicaciones que intercambiamos el general Cantillo y yo, si el pueblo no está cansado (GRITOS Y EXCLAMACIONES DE: «Â¡No!») le puedo leer la carta.

[…]

«Han variado mucho las circunstancias en sentido favorable a una solución nacional», en el sentido que él quiere para Cuba. Era extraño, porque después de analizar los factores que se contaban, no podía ser más favorable a las circunstancias. Estaba asegurado el triunfo, y esto era una cosa extraña que viniera a decir: «Han variado muy favorablemente las circunstancias». Las circunstancias de que Batista y Tabernilla estaban de acuerdo, asegurado el golpe.

«Le recomiendo no hacer nada en estos momentos y esperar los acontecimientos de las próximas semanas, antes del día 6.” Desde luego, la tregua prolongada indefinidamente, mientras ellos hacían todos los amarres en La Habana.

Mi respuesta inmediata fue: «El contenido de la nota se aparta por completo de los acuerdos tomados, es ambiguo e incomprensible y me ha hecho perder la confianza en la seriedad de los acuerdos. Quedan rotas las hostilidades a partir de mañana a las 3:00 p.m., que fue la fecha y hora acordadas para el Movimiento.»

[…]

«La solución encontrada no es golpe de Estado ni junta militar, y, sin embargo, creemos que es la que mejor conviene al doctor Fidel Castro, de acuerdo con sus ideas y pondría en 48 horas el destino del país en sus manos. No es solución local, sino nacional, y cualquier indiscreción adelantada podría comprometerla o destruirla creando el caos. Queremos que se tenga confianza en nuestra gestión y se tendrá la solución antes del día 6.

«En cuanto a Santiago, debido a la nota y a las palabras del mensajero, hay que cambiar el plan y no entrar; dichas palabras han causado malestar entre el personal… Y nunca se entregarían las armas sin pelear. Las armas no se rinden a un aliado y no se entregan sin honor», frase muy hermosa del jefe de la Plaza de Santiago de Cuba.

«Si no se tiene confianza en nosotros o si se ataca Santiago, se considerarán rotos los acuerdos y se paralizarán las gestiones para la solución ofrecida, desligándonos formalmente de todo compromiso. Esperamos, debido al tiempo necesario para actuar en una u otra forma, que la respuesta llegue a tiempo para ser enviada a La Habana en el viscount de la tarde.»

Mi respuesta a esa nota del coronel José Rego Rubido fue la siguiente:

«Territorio Libre de Cuba, diciembre 31 de 1958.

«Señor Coronel.

«Un lamentable error se ha producido en la trasmisión a usted de mis palabras, tal vez se debió a la premura con que respondí a su nota y a lo apurado de la conversación que sostuve con el portador. Yo no le dije que la condición planteada por nosotros en los acuerdos que se tomaron era la rendición de la Plaza de Santiago de Cuba a nuestras fuerzas, hubiese sido una descortesía con nuestro visitante, y una proposición indigna y ofensiva para los militares que tan fraternalmente se han acercado a nosotros.

«La cuestión es otra. Se había llegado a un acuerdo y se adoptó un plan entre el líder del movimiento militar y nosotros, debía comenzar a realizarse el día 31 a las 3:00 p.m.; hasta los detalles se acordaron después de analizar cuidadosamente los problemas que debían afrontarse; se iniciaría con el levantamiento de la guarnición de Santiago de Cuba, persuadí al general… de las ventajas de comenzar por Oriente y no en Columbia, por recelar el pueblo grandemente de cualquier golpe en los cuarteles de la capital de la república, y lo difícil que iba a ser, en ese caso, vincular a la ciudadanía al movimiento. El coincidía plenamente con mis puntos de vista, se preocupaba solo por el orden en la capital y acordamos medidas para conjurar el peligro. La medida era, precisamente, el avance de la columna nuestra sobre Santiago de Cuba. Se trataba de una acción unida de los militares, el pueblo y nosotros, un tipo de movimiento revolucionario que desde el primer instante contaría con la confianza de la nación entera.

«De inmediato, y de acuerdo con lo que se combino, suspendimos las operaciones que se estaban llevando a cabo, y nos dimos a la tarea de realizar nuevos movimientos de fuerzas hacia otros puntos como Holguín, donde la presencia de conocidos esbirros hacía casi segura la resistencia al movimiento militar revolucionario.

«Cuando ya todos los preparativos estaban listos por nuestra parte, recibo la nota de ayer, donde se me daba a entender que no se llevaría la acción acordada. Al parecer había otros planes, pero no se me informaba cuáles y por qué. De hecho ya no era cosa nuestra la cuestión, teníamos simplemente que esperar. Unilateralmente se cambiaba todo y se ponía en riesgo a las fuerzas nuestras que, de acuerdo con lo que se contaba, habían sido enviadas a operaciones difíciles; quedábamos sujetos a amenazas, a todos los imponderables …(INTERRUPCION)… cualquier riesgo del general … en sus frecuentes viajes a La Habana se convertiría militarmente para nosotros en un desastre. Reconozca usted que todo está muy confuso en este instante, y que Batista es un individuo hábil y taimado, que sabe maniobrar. Cualquier riesgo… (INTERRUPCION)… ¿Cómo puede pedírsenos que renunciemos a todas las ventajas obtenidas en las operaciones de las últimas semanas, para ponernos a esperar pacientemente a que los hechos se produzcan?

«Bien aclaré que no podía ser una acción de los militares solos, para eso, realmente, no había que esperar los horrores de dos años de guerra. Cruzarnos de brazo en los momentos decisivos es lo único que no se nos puede pedir a los hombres que no hemos descansado en la lucha contra la opresión desde hace siete años.

«Aunque ustedes tengan la intención de entregar el poder a los revolucionarios, no es el poder en sí lo que a nosotros nos interesa, sino que la Revolución cumpla su destino. Me preocupa, incluso, que los militares por un exceso injustificado de escrúpulos faciliten la fuga de los grandes culpables, que marcharán al extranjero con sus grandes fortunas, para hacer desde allí todo el daño posible a nuestra patria.

«Personalmente puedo añadirle que el poder no me interesa, ni pienso ocuparlo, velaré solo porque no se frustre el sacrificio de tantos compatriotas, sea cual fuere mi destino posterior. Espero que estas honradas razones que con todo respeto a su dignidad de militares les expongo las comprendan. Tengan la seguridad de que no están tratando con un ambicioso ni con un insolente…”

Párenme los tanques allí, por favor (GRITOS Y APLAUSOS).

LOCUTOR.- Por favor, que silencien los tanques. Por favor, orden del Comandante en Jefe que silencien los tanques y los detengan allí mismo, para que el pueblo pueda seguir escuchando la palabra del máximo líder de la Revolución Cubana, doctor Fidel Castro (GRITOS Y APLAUSOS).

DR. FIDEL CASTRO.- Cuando terminemos nuestras declaraciones y la proclamación del Presidente provisional, los tanques le harán honor al Poder Civil de la república, pasando enfrente de nuestros balcones (GRITOS Y APLAUSOS).
[…]

«Siempre he actuado con lealtad y franqueza en todas mis cosas, nunca se podrá llamar triunfo a lo que se obtenga con doblez y engaño; el lenguaje del honor que ustedes entienden es el único que yo sé hablar.

«Nunca se mencionó en la reunión con el general o.. la palabra rendición; lo que ayer dije y reitero hoy es que a partir de las 3:00 de la tarde del día 31, fecha y hora acordadas, no podíamos prolongar la tregua con relación a Santiago de Cuba, porque eso sería perjudicar extraordinariamente a nuestra unión. … (INTERRUPCION)… Nunca una conspiración… Anoche llegó aquí el rumor de que el general… había sido detenido en La Habana, que varios jóvenes habían aparecido asesinados en el cementerio de Santiago de Cuba. Tuve la sensación de que habíamos perdido el tiempo miserablemente; aunque afortunadamente hoy parece comprobarse que el general… se encuentra en su puesto, qué necesidad tenemos de correr esos riesgos.

[…]

Veía revivir aquellos hombres con sus sacrificios, con aquellos sacrificios que nosotros hemos conocido también de cerca; pensaba en sus sueños y sus ilusiones, que eran los sueños y las ilusiones nuestras, y pensé que esta generación cubana ha de rendir y ha rendido ya el más fervoroso tributo de reconocimiento y de lealtad a los héroes de nuestra independencia.

Los hombres que cayeron en nuestras tres guerras de independencia juntan hoy su esfuerzo con los hombres que han caído en esta guerra, y a todos nuestros muertos en las luchas por la libertad podemos decirles que por fin ha llegado la hora en que sus sueños se cumplan; ha llegado la hora de que al fin ustedes, nuestro pueblo, nuestro pueblo bueno y noble, nuestro pueblo que es todo entusiasmo y fe, nuestro pueblo que quiere gratis, que confía gratis, que teme a los hombres con cariño más allá de sus ofrecimientos, tendrá lo que necesita (APLAUSOS). Y solo aquí me resta decirles, con modestia, con sinceridad, con profunda emoción, que en nosotros, en sus combatientes revolucionarios, tendrán siempre servidores leales, que solo tendrán por divisa servir (APLAUSOS).

Hoy, al tomar posesión de la presidencia de la república el doctor Manuel Urrutia Lleó, el magistrado que dijo que la Revolución era justa …(INTERRUPCION) …el territorio liberado que ya es hoy toda patria; asumiré sencillamente las funciones que él me asigne, en sus manos queda toda la autoridad de la república (APLAUSOS). Nuestras armas se inclinan respetuosas ante el Poder Civil en la República civilista de Cuba (APLAUSOS).

No tengo que decirle que esperamos que cumpla con su deber, porque sencillamente estamos seguros de que sabrá cumplirlo. El presidente provisional de la República de Cuba… Y la autoridad y le dejo en el uso de la palabra al pueblo.

(OVACION)

Share