Discurso en Oviedo

29 de octubre. 19 de mayo. Dos fechas memorables: la primera representa el nacimiento de una decisión; la segunda, el triunfo de España. ¡Si vierais cómo los millares de hombres y jóvenes, sentían y querían a España! ¡Cómo reaccionaban ante todo lo nacional! Y no era un público de los corrientes en los actos políticos. Eran diez mil hombres, soldados, decididos, alegres, entusiastas, con amor y con fe, los rebeldes a toda mediocridad, los enemigos de toda desesperanza que con un sentido decidido, disciplinado, con el sentido militar que tienen que tener los grandes artífices de las grandes obras, representaban el futuro de nuestra España, e indicaban las líneas que ésta tendrá el día de mañana.

En el acto no se dijo ninguna cosa chabacana; se expusieron duras verdades superiores, grandes decisiones; no se echó carnaza con gotas de odio y rencor para entusiasmar al público. Somos nosotros los únicos, en todo el panorama español político que no necesitamos hacerlo. Somos los únicos que tenemos hombres dispuestos a morir. ¿Sabéis la razón de ello? Porque somos los únicos que no luchamos por las cosas mezquinas personales; luchamos por España y por nuestros hijos, poniendo delante nuestros sacrificios.

Bien contento puede estar el Jefe Nacional y bien contentos estamos todos los iniciadores al ver que no hemos perdido el tiempo; al ver que España puede ser otra vez optimista, como desde hace cientos de años no le sucedía. Camaradas, el Movimiento espiritual y revolucionario de Falange Española no hay fuerzas humanas que lo puedan detener.

El triunfo es nuestro y por serlo es de España. Todas las persecuciones oficiales, no servirán más que de acicate a nuestra labor; ni servirán para nada el silencio y el desamor de la prensa, ni el bloqueo económico de los partidos, ni nada. El triunfo es nuestro porque es nuestra la verdad, porque tenemos una decisión de lucha y sacrificio mayor que los demás, porque es nuestro aliado el tiempo. Fijaos que cada año que pasa trae a nuestras filas una nueva generación de hombres jóvenes. Y estos hombres jóvenes son nuevos soldados a pesar de sus padres, de sus profesores y hasta de sus confesores. Somos optimistas y tenemos que serlo. No hace falta más que seguir, seguir adelante el camino duro que nos hemos impuesto, sin volver la cabeza atrás, siempre disciplinados, siempre formando unidades superiores siguiendo las directrices que ordene el Jefe.

Adelante siempre, sin hacer caso de las ironías de los impotentes y de los que por sucesivas masturbaciones intelectuales, incapaces de sentir un ideal, ridiculizan el Movimiento.

Adelante siempre, a pesar de la pobreza y de la falta de medios. Adelante siempre aunque veáis ventajas inmediatas si dejáis la tarea. Adelante pensando en el mañana. Adelante hasta la victoria y después de ella. Como dijo nuestro Jefe en Madrid, seguiremos luchando y trabajando, pues no queremos el descanso, queremos el paraíso. Y después de la victoria tenemos que construir y que edificar la Nueva España.

En octubre, a consecuencia de la revolución, Falange Española tomó la única postura que era consecuencia de la verdad, que era la única que podía permitir el volver a uniros espiritualmente. Se os dijo que a los hombres que con un fusil, de buena fe, han luchado, había que conquistarlos. Ninguna insidia hay en ello. Es necesario luchar, luchar con ellos, pero preparados para conquistarlos con amor.

Enviado por Enrique Ibañes