Desde los balcones del Palacio de la Moneda

Pueblo de Santiago; compatriotas todos:

Gracias por este recibimiento tan alegre, tan entusiasta, tan afectuoso. Yo bien sé que esa alegría, ese entusiasmo y ese afecto no son para el hombre, son para la patria que se reencuentra en la libertad. Queremos un Chile de todos los chilenos, con todos los chilenos, para todos los chilenos.

Yo comprendo la responsabilidad que ustedes han puesto sobre mis hombros. Les prometo entregar todas mis energías, toda mi capacidad, para cumplir con los anhelos de reconstruir en nuestra patria una democracia verdadera, en que haya no sólo libertad, sino también justicia y solidaridad.

Hoy es un día histórico, que recogerán los anales de nuestra patria y los del mundo entero. Gobernantes y representantes de las naciones amigas han venido a celebrar con nosotros. Les agradecemos su solidaridad en los momentos de dolor y su compañía en esta hora de alegría. Chile vuelve a la democracia y vuelve sin violencia, sin sangre, sin odio. Vuelve por los caminos de la paz.

La tarea que tenemos por delante exige el esfuerzo, la entrega, la generosidad de todos.

Debemos cuidar esta criatura que está naciendo, esta libertad que estamos reconquistando, y la vamos a cuidar en la medida en que sepamos respetamos los unos a los otros, en que los chilenos no volvamos jamás a convertimos en enemigos unos de otros. Podremos pensar distinto, tener distintas creencias, adorar a Dios según nuestra propia fe, pero todos juntos constituimos esa patria que constituyeron O’Higgins, Carrera y los demás Padres de la patria. Esa patria que, según el Himno Nacional, debe ser el asilo de los pobres contra la opresión.

Compatriotas:

Les pido que hagamos perdurar este entusiasmo, esta voluntad de fraternal amistad que hoy día impera entre nosotros. Yo necesito vuestra ayuda. Lo que tenemos que hacer lo deberemos hacer entre todos. No será la obra de un Presidente, no será la obra de un partido ni de un grupo de partidos. Será la obra de todos los chilenos.

Se que hay compatriotas que anhelan una libertad de que están injustamente privados. Sé que hay compatriotas lejos de nuestra fronteras que quieren volver a la patria y quieren poder trabajar y aquí reconstruir sus familias. Sé que hay mucho anhelo de cambio y de justicia. Yo les digo: es nuestra voluntad crear caminos para, en el más breve plazo, darles libertad real a todos los chilenos. No queremos presos políticos en Chile.

Yo les digo que es nuestra voluntad hacer todo los humanamente posible para que la verdad resplandezca en la vida nacional, porque sólo la verdad nos hace libres, porque sólo en la verdad se construye la confianza ciudadana que permite asegurar una vida tranquila y en paz. Allí donde no hay verdad, donde no se respeta la verdad tranquila y en paz surge la desconfianza y el recelo, y de ellos la sospecha y el odio y de ellos la violencia. Pero Chile no quiere más violencia, no quiere más guerra: quiere paz.

Sé que hay muchos chilenos que tienen hambre y sed de justicia que anhelan mejorar sus condiciones de vida, que desean que el progreso de Chile no llegue sólo a una minoría, sino que se traduzca en posibilidades para todas las mujeres, para todos los jóvenes, para todos los ancianos de esta tierra.

Una palabra especial para los trabajadores chilenos, que con su esfuerzo construyen diariamente la patria. Deben ser nuestra preocupación fundamental.

Amigas y amigos, compatriotas todos:

Partamos en esta nueva jornada con el corazón abierto a la comprensión, a la solidaridad. Yo confío en el pueblo de Chile y espero que con su confianza podremos juntos construir la patria que anhelamos.

Espero que en cuatro años más, plazo corto comparado con otros, podré presentarme ante ustedes, ante la faz de todo el pueblo de Chile, y decirles: juntos, chilenos, hemos construido una patria libre, justa y fraterna, para todos sus hijos.

Gracias.