Toma de posesión presidencial

Estimados colegas de nuestra América y del mundo entero:

I.- INTRODUCCIÓN.
Como habrán observado, en el Gobierno de la Revolución Ciudadana el orden habitual de los vocativos se ha invertido y nos dirigimos en primer lugar, al soberano: los pueblos del mundo, de nuestra América y, particularmente

en nuestro caso, el pueblo del Ecuador. Más aún, mientras menos autoridad y representación tenga un ciudadano del mundo, más importante será para nuestra revolución.

Ellos son los mandantes, los dueños de nuestros países, los dueños de nuestras democracias, mientras que nosotros, queridos colegas mandatarios, somos tan solo los primeros servidores. De ahí la lógica de los vocativos revolucionarios, que refleja los cambios que buscamos en la estructuras de poder.

II. LA VICTORIA ELECTORAL.

Un saludo cariñoso a todas y todos los Presidentes y Jefes de Estado cuya autoridad, como la mía, no es un atributo personal, sino la consecuencia de un mandato que nos hace responsables ante quienes nos lo otorgaron con su voto.

El 26 de Abril pasado en esta tierra hermana no triunfó el baratillo de ofertas, los tecnicismos, el listado de obras y proyectos, más de lo mismo, más de lo peor. Lo que volvió a triunfar fue un sueño, el sueño de una Patria Nueva. Fue la lucha de todo un pueblo, del pueblo de la Costa, de la Sierra, de la Amazonía, de la región insular, y de esa quinta región siempre postergada, la de los migrantes. El Ecuador votó por sí mismo. Gracias a Dios pudieron robarnos todo, menos la esperanza. Jamás defraudaremos ese mandato recibido, y pondremos para ello todo nuestro esfuerzo y capacidades, sin claudicaciones, sin cobardías muchas veces disfrazadas de prudencia; de manera clara y frontal, sin los estereotipos de estadistas que nos quieren imponer nuestras oligarquías.

Estamos de fiesta porque la Patria está renaciendo del caos mercantilista; ha sido arrebatada del baratillo privatizador. A nuestras hermanas y hermanos ecuatorianos les decimos hoy, con el mayor fervor y la mayor humildad: hemos triunfado gracias al compromiso de ustedes con la Patria, porque lo único que anhelamos y la razón de nuestra lucha es esa Patria de equidad, de igualdad de oportunidades, sin racismo, libre de analfabetismo, un país donde las carreteras sirvan para transportar equidad y no pesares, un país cuyos hospitales, escuelas, colegios y universidades no sean escenarios del discrimen social y económico, sino verdaderos centros de dignidad y de desarrollo colectivo.

Sin embargo, es necesario que entendamos que la victoria popular no ha sido más que el primer paso de un proceso revolucionario, cuyo objetivo es la construcción de una sociedad incluyente, solidaria y equitativa.

Nosotros buscamos el buen vivir, el sumak kausay, el desarrollo equitativo, el bienestar común, la libertad basada en la justicia, la paz.

Precisamente para alcanzar estos objetivos a
plenitud, era necesario alcanzar el poder político, para transformarlo en poder popular, el único capaz de cambiar las estructuras de oprobio que aún prevalecen en nuestra región.

Que nadie se engañe ni caiga en veleidades: el verdadero desarrollo solo es posible con un cambio en la relación de fuerzas dentro de la sociedad. Si esto es cierto en cualquier parte del mundo, lo es mucho más en la región más inequitativa del planeta, la cual lastimosamente es y ha sido ya por demasiado tiempo nuestra
América.

Hermanas, hermanos ecuatorianos: Lo que hemos hecho juntos, es imposible. Antes de nuestro gobierno, ninguno de los tres últimos gobiernos electos había acabado su período, al ser derrocados por los ciudadanos por traicionar el mandato popular; en diez años habíamos tenido nada menos que siete presidentes; se nos acusaba por ello de ingobernables, cuando tan solo éramos objeto de traición. El pasado 26 de Abril, no obstante

haber estado en medio de la mayor crisis del capitalismo planetario de los últimos setenta años; no obstante del ataque feroz del poder informativo, económico, social y hasta religioso; no obstante haber estado todos los demás candidatos contra nosotros; no obstante a que los vencedores de la primera vuelta electoral ganaban con un promedio de apenas el 25% de la votación; viene este pueblo rebelde y nos da una victoria en una sola vuelta, algo absolutamente inédito en la historia contemporánea de nuestro país.

Lo que hemos hecho es imposible, y demuestra que la revolución ciudadana es irreversible, y nada ni nadie la podrá detener.

III. BICENTENARIO
Ecuador también está de fiesta porque hoy celebramos el Bicentenario del primer grito de libertad en América. Fue la revolución del 10 de agosto de 1809 una revolución que se propuso alcanzar la meta soñada de la libertad. La historia recoge a algunos actores de este gesta, normalmente vinculados a las clases acomodadas del Quito de ese entonces, pero fueron muchos los que protagonizaron

esta lucha libertaria, muchos los que regaron su sangre sobre las piedras el 2 de Agosto de
1810, muchos los que acompañaron después, a través de los llanos y las alturas andinas, la
épica marcha de Bolívar.

Durante todo este tiempo, y aún antes, desde la insurgencia de los Barrios de Quito y las memorables rebeliones indígenas del siglo XVIII, junto a los criollos se encontraron los mestizos, los indios, el cholerío numeroso; los artesanos que pasaban en vela para preparar la vitualla y los pertrechos de improvisados ejércitos, las mujeres que cosían sus vestuarios; las guarichas, sobre todo las inolvidables y aguerridas guarichas, que acompañaban a sus soldados a lo largo de todas las campañas, alimentándoles con amor y alentándoles con su esperanza, cuidando las heridas y poniendo comida para que la fuerza libertaria no se pierda.

Tenemos que herir de muerte al olvido: desde el 10 de Agosto de 1809 hasta el 24 de Mayo de 1822 ocurrió, ante todo, una gesta popular, una gesta de gente enamorada de su tierra tanto como de su ansiada libertad, una

gesta que siempre luciría incompleta si junto a los grandes próceres, a los estrategas, a los políticos visionarios, aunados en una misma voluntad, no estuvieran los pueblos de todas las regiones de esta Patria grande que es la Patria Americana.

Tuvo que transcurrir un siglo desde el 10 de Agosto de 1809, para que se buscara que aquella libertad política alcanzada por los patriotas de la primera hora, fuera libertad real para todos.

Esa fue la concepción extraordinaria del Viejo Luchador, Don Eloy Alfaro Delgado, general de hombres libres. Aunque invocó las mismas ideas liberales que animaron a los caudillos de la Independencia, la revolución que promovió y llevó a la victoria fue sobrepasándolas en su realización histórica. Por eso, la obra visionaria de Alfaro no pudo menos que chocar con los intereses del capital bajo su forma conservadora y santurrona, pero también bajo su forma liberal–mercantilista, cuyos defensores se encontraban fuertemente vinculados a los intereses de la propiedad terrateniente, el comercio y sobre todo la

banca, y así el Viejo Luchador se convirtió en un precursor de las nobles causas de la transformación social, la hermandad latinoamericana y el socialismo, al entender que, sin justicia, lo que algunas ideologías entienden por libertad es lo más parecido a la opresión.

De nuestros primeros patriotas, de los Espejo y los Mejía, de los Olmedo y Rocafuerte, de los Montúfar y Morales, de los Salinas y Quiroga, de los Riofrío, Villalobos, Manuela Cañizares, recogemos la bandera de la soberanía y la autodeterminación que ellos valientemente levantaron con sus escritos, con su oratoria, con el primer gobierno de Agosto de 1809.

De Alfaro, reivindicamos la consigna de un país liberado de las ataduras eclesiásticas, de la ignorancia y el oscurantismo; formado por hombres y mujeres dotados de una conciencia enriquecida por los beneficios del saber e incorporados a una América solidaria, responsables de una Patria que se vio a sí misma grande e integrada.

De las grandes luchas de nuestro propio tiempo, tomamos el ejemplo de los pueblos que resisten por la igualdad, en contra de la discriminación, contra todas las formas de exclusión, contra los poderes fácticos que han capturado y asfixiado al Estado para beneficiar a las minorías privilegiadas; tomamos el ejemplo del pueblo de Martí, del pueblo de Sandino, de Morazán, de nuestros pueblos ancestrales, de nuestros pueblos afroamericanos y de todos los pueblos del planeta que se han decidido por la vida; que han elegido la paz; que han optado por la solidaridad.

Nosotros, somos bolivarianos y alfaristas, pero también martianos, sandinistas, morazanos.

Con revoluciones auténticas, con el despertar de nuestros pueblos, los próceres recuperan el don de la palabra, recobran el mando, la calidad fecunda de capitanes libertarios.

IV.- LOS EJES DE LA REVOLUCION

El Viejo Luchador decía algo que creemos debe ser invocado ahora, en este tiempo en el

que la Revolución Ciudadana se hace carne en cada ecuatoriano: cuando un pueblo despierta, cada palabra es una esperanza, cada paso es una victoria.

Hoy, se trata precisamente de eso. El pueblo ha despertado, hablamos esperanzados caminamos victoriosos. En la primera etapa de la revolución ciudadana propusimos cinco ejes de acción. El primero de ellos, la Revolución Constitucional. Dijimos el 15 de enero de
2007 que la institucionalidad política había
colapsado, algunas veces por su diseño anacrónico y caduco, otras por las garras de la corrupción y las voracidades políticas. Y por ello impulsamos, desde el primer día, la Asamblea Nacional Constituyente, la misma que, venciendo toda absurda oposición, logró el respaldo casi absoluto de ecuatorianas y ecuatorianos. Lo paradójico del caso fue que, quienes desde el pasado de oprobio se opusieron a su convocatoria, fueron los primeros en inscribirse para participar en la misma, cual lobos disfrazados de corderos, pero fueron vencidos por la decisión mayoritaria de los patriotas. Al final, esa Asamblea Nacional Constituyente en que

tuvimos una amplia mayoría, aprobó la nueva Constitución, ese canto a la vida que hoy ampara y protege los Derechos Civiles y los Derechos Humanos de ecuatorianas y ecuatorianos. Pero no olvidemos, no dejemos que la amnesia colectiva les sirva a los depredadores de siempre, recordemos cómo los mismos de siempre quisieron engañarnos al decir que era una Constitución confiscadora, que eliminaba la libertad de culto, que atentaban contra principios morales del pueblo ecuatoriano, entre muchas otras tonterías.

Ahora lo sabemos todos: nada de eso era verdad. Felizmente, pese a todas esas falacias aupadas muchas veces por una prensa corrupta, nuestra nueva Constitución ya es una realidad, y la piedra fundacional del cambio de época, de este nuevo tiempo de la Patria.

Ahora, estamos liberándonos de las taras, de las malas prácticas en el escenario político; creen que no tenemos memoria, que no nos acordamos de cómo funcionaba el Congreso cuando era la junta de negocios de la

partidocracia, junta donde se rifaban el botín del Estado: el petróleo, las telecomunicaciones, los impuestos, donde se repartían los órganos de control y regulación y los ponían al servicio de minúsculos y poderosos grupos oligárquicos.

Incluso el lenguaje cambia, en una sorprendente doble moral. Cuando tenían la hegemonía los de siempre, los que de acuerdo a los poderes fácticos debían seguir ganando las elecciones, las “buenas” relaciones entre el Congreso y la Presidencia se denominaba gobernabilidad. Ahora el trabajo coordinado entre la Asamblea y el Ejecutivo resulta que es, para la mediocracia, la “subordinación del legislativo al Ejecutivo”.

Queridas compañeras y compañeros asambleístas: Tenemos confianza en que la Asamblea Nacional será un instrumento invalorable y positivo para alcanzar los cambios que nuestra sociedad está exigiendo en forma perentoria. Lo grave, lo verdaderamente grave, sería que los intereses inconfesables de las minorías privilegiadas provoquen acciones destinadas a obstruir el

camino de la transformación, la justicia y la libertad. Ojalá recuerden lo que dijo el propio Presidente Kennedy: “cuando se bloquea el paso hacia los cambios pacíficos, se está propiciando la violencia, puesto que la historia no puede detenerse, y los cambios habrán de llegar por un medio o por otro”.

Nuestro país, nuestra gente, no resisten más la oprobiosa desigualdad que hemos heredado del pasado. Por eso, toda la Patria profunda ha empezado a sacudirse, a desenmascarar la discriminación, la exclusión y la violencia solapada y cotidiana contra los pobres. Hemos declarado ante el mundo nuestra voluntad inquebrantable de poner fin a la injusticia.

Este es un nuevo tiempo, vamos a mantener vivo lo alcanzado, vamos a sostener este despertar gigante, sublime, construyendo palmo a palmo este camino hacia una vida digna.

Compañeras, compañeros:

El segundo eje de acción, la Lucha contra la

Corrupción, ha sido y es una práctica permanente y hasta obsesiva de nuestro gobierno. El único caso de corrupción en las altas esferas fue investigado y denunciado por nosotros mismos; y, por ello, gozamos de la credibilidad del pueblo. Pero, la corrupción no está solamente en el manejo inescrupuloso de los fondos públicos, también está enraizado en el modelo perverso y egoísta que engendró el neoliberalismo, a través de privatizaciones, deshonestos endeudamientos y saqueos institucionalizados, como el permiso para robar que dio a los banqueros corruptos la Constitución de 1998, aprobada precisamente por quienes tratan hoy de sabotear a la Revolución.

La ciudadanía, el pueblo ecuatoriano, sabe que no son iguales los cinco dedos de una mano, sabe que a todos nos toca pasar un trago amargo, alguna vez, por acciones u omisiones de gente querida, cercana, familiar.

En el gobierno de la revolución ciudadana prevalecerá siempre la voluntad política de sancionar los abusos, la corrupción, hasta las indelicadezas, independientemente de quién

las cometa y del dolor personal que aquello nos pueda causar. Nuestra mayor fidelidad siempre será con nuestras conciencias. Somos gente de manos limpias y ética profunda. En el Ecuador de hoy y de mañana no habrá más impunidad.

El fin de aquellos tiempos nefastos empezó con las sanciones a los banqueros corruptos, con las incautaciones que nadie –excepto nosotros- se atrevió a hacer. Bajo la nueva Constitución, se acabó otra forma generalizada de corrupción: la colusión entre poder informativo y poder financiero. O banqueros, o periodistas, nunca más las dos cosas.

Así que señores banqueros dueños de medios, elijan a qué negocio se dedican de hoy en adelante. También dijimos que los servicios públicos mejorarían para hacer posible la deseada trasparencia. Ahí tenemos el Servicio de Rentas Internas, el Registro Civil, la CAE, las compras públicas electrónicas, el sistema de información para la gobernabilidad – SIGOB-, el sistema de información financiera
–SIGEF-, tecnología e información puestos al

servicio de los ecuatorianos. Además, para nosotros la rendición de cuentas es algo sagrado. Por ello, cada sábado, a lo largo de más de dos años, y desde todos los rincones de la Patria, hemos ejercido nuestro derecho y nuestro deber de informar a nuestro pueblo. Mil gracias a todos quienes nos recibieron con los brazos abiertos, desde Macará hasta San Gabriel, desde Santa Elena hasta Guamote, desde Gualaquiza hasta San Lorenzo, y así, cada uno de esos rincones hermosos de la Patria. Un abrazo fervoroso a su gente, cálida, hospitalaria, generosa, a su gastronomía, su paisaje, su bondad y su cariño.

El tercer eje de acción fue el de la Revolución Económica, para romper, y para siempre, con los mandatos externos, con ese perverso Consenso de Washington, con sistemas económicos que solo generaron más miseria y desigualdad, que torpemente destruyeron los fundamentos de toda sociedad y toda economía: el talento humano, negándoles a nuestros ciudadanos hasta la educación y la salud, y la cohesión social, al excluir de los beneficios del progreso a las grandes mayorías.

Hemos priorizado una política digna y
soberana que no ha buscado la ingenuidad de liberar mercados, sino liberar al ser humano de las falacias y de los intereses nacionales e internacionales que lo postraron durante décadas.

Una de las características más relevantes del socialismo del siglo XXI, doctrina a la que adhiere la revolución ciudadana, es precisamente la supremacía del ser humano sobre el capital. Para nosotros el ser humano no es un factor más de producción, sino el fin mismo de la producción. Lo que encontramos en este sentido fue verdaderamente aterrador: el ser humano convertido en un instrumento más de acumulación del capital. No cabe duda que una de las principales víctimas de la larga y triste noche neoliberal fue la clase trabajadora.

Hoy, entre muchas cosas más, el Ecuador es un país libre de tercerización laboral. De igual forma, se subieron sustancialmente los sueldos de los maestros, trabajadoras remuneradas del hogar, artesanos, fuerza,

policial y militar, etc., y por primera vez en la historia se redujeron los precios de los servicios públicos: tarifa de la dignidad, ICE de las llamadas telefónicas, costo del internet y llamadas locales, nacionales e internacionales, matrículas en las escuelas, uniformes y libros escolares, consulta externa de hospitales, medicinas gratuitas, además de mantener congelados el costo de los combustibles, gas, transporte, etc.

Sin embargo falta mucho más en este sentido. En la radicalización de nuestra revolución, buscaremos superar el mezquino concepto de salarios mínimos, entendidos perversamente como salarios justos. Los salarios mínimos son precisamente aquello: mínimos para evitar un mal mayor, que es el desempleo, pero a nadie se le puede ocurrir que un salario que no alcance siquiera a cubrir las necesidades de una familia para salir del umbral de la pobreza, pueda considerarse un salario justo.

La meta será entonces lograr que ninguna empresa se considere rentable hasta no alcanzar para cada uno de sus trabajadores un salario verdaderamente digno.

Aquí un llamado a nuestros hermanos de
América Latina y particularmente de UNASUR: la competencia ya es un principio bastante cuestionado entre agentes económicos, pero un verdadero absurdo entre países. No podemos volver a caer en la trampa de competir entre nosotros para atraer inversiones o vender más a los mercados del primer mundo, precarizando nuestra fuerza laboral. ¿Quiénes fueron los beneficiarios? Los países ricos, con productos más baratos a costa del sacrifico de nuestros trabajadores.

Tanto entre nuestros países como al interior de los mismos, en lugar de tanta competencia, debemos dar más espacio a la acción colectiva, para, por ejemplo, armonizar nuestras políticas laborales y no sacrificar a nuestros trabajadores en el altar del mercado.

Precisamente esa es otra característica del nuevo sistema económico y del socialismo del siglo XXI: rescatar la relevancia de la acción colectiva para el desarrollo. Frente a problemas colectivos, debemos dar respuestas colectivas.

Por ello la importancia del rol del Estado,
representación institucionalizada de la sociedad, a través del cual la sociedad realiza dicha acción colectiva. Pretender minimizar el rol del Estado, fue uno de los grandes absurdos de la larga y triste noche neoliberal, así como pretender maximizarlo, fue uno de los errores garrafales del socialismo estatista.

Lo incuestionable es la necesidad de un estado eficiente y en función del bien común, para lo cual hay que liberarlo del secuestro de las clases dominantes. Hemos trabajado arduamente para ello. Sin duda éste ha sido el trabajo más duro y menos visible, pero probablemente el más importante: la profunda reforma del Estado ecuatoriano. El camino recorrido es inmenso, ya que realmente encontramos un estado deliberadamente despedazado y repartido cual botín entre piratas. Hoy tenemos en el Estado Central planificación, organización sectorial y regional, adecuados modelos de gestión, racionalidad administrativa, rescate de las empresas públicas, y un largo etcétera. Sin embargo, todavía falta mucho por hacer,

dentro de ello, tal vez lo más difícil: el cambio de mentalidad de cierta burocracia que sigue con sus anacrónicos códigos, en función de las clases y paradigmas dominantes, y no en función del pueblo ecuatoriano y su diversidad. Prueba de ello son las invitaciones enviadas para este evento, donde se pide traje oscuro para los hombres y traje sastre para las mujeres. Esto puede ser un detalle irrelevante para algunos, pero para mí es extremadamente significativo y una muestra de cuánto nos falta por hacer.

Quiero pedir disculpas a los pueblos ancestrales por esa barbaridad, ya que de cumplirse lo que dicen esas absurdas invitaciones, no podrían estar aquí con sus trajes típicos; quiero pedir disculpas a los pobres de mi patria, nuestra razón de ser, porque si hiciéramos caso a ese absurdo, no podrían estar aquí al menos que hayan prestado el dichoso traje; quiero pedirles disculpas a todos los ciudadanos de la Patria, porque pese a que nuestra Constitución nos define como un estado plurinacional y pluricultural, y nuestro Plan Nacional de Desarrollo habla de respetar esa diversidad en

la unidad, para vergüenza de la revolución ciudadana todavía tenemos burócratas que tratan de imponernos los estereotipos y snobismos más ridículos. Insisto, para mí este hecho es muy decidor de todo lo que nos falta por hacer.

El gobierno de la revolución ciudadana cree firmemente en la fuerza productiva de todas y todos los empresarios, no solo de los que se arrogan su representación en cámaras que usan el discurso del mercado y de la competencia, pero que cada vez que les conviene rompen los principios por ellos mismos invocados. Este gobierno cree en la capacidad de miles de productores asociativos, cooperativos, comunitarios, autónomos, de los que despectivamente el neoliberalismo llama los informales, pero a los que nosotros les llamamos los sujetos de la economía social y solidaria que reconoce nuestra Nueva Constitución, los productores del inmenso y fecundo ámbito de la economía popular.

En estos meses de gobierno, tuvimos que enfrentar la mayor crisis del capitalismo global

de los últimos ochenta años. Dicha crisis nos golpeó por partida triple: además de los efectos que todos los países sufrieron, esto es, pérdidas de mercados de exportación y disminución de financiamiento e inversiones; Ecuador también enfrentó el desplome de las remesas de migrantes y de los precios de petróleo, las dos fuentes de divisas en que se sustentaba la dolarización de la Economía. Pese a ello, con capacidad y creatividad supimos enfrentar el huracán, y hoy podemos decir que lo peor ya ha pasado, sin haber jamás sacrificado el sector social y el apoyo a los más pobres. Es más, Ecuador muy probablemente será uno de los pocos países de América Latina que crecerá este año, y actualmente muestra una de las tasas de desempleo más bajas de la región.

Vamos a continuar por la senda del manejo digno e inteligente del problema de la deuda externa. Con coraje y habilidad, por primera vez en la historia el país logró vencer a los especuladores financieros, comprado el 91% de su deuda comercial externa en bonos 2012 y 2030 con descuentos de cerca del 70%, lo cual significa un ahorro de más de 300

millones de dólares anuales durante los próximos veinte años, dineros que servirán ya no para los bolsillos de los acreedores, sino para el desarrollo nacional.

Un día, casi no se podrá creer que existiera un proceso de monumental estafa que se hubiera podido rodear de un halo de respetabilidad, de secretismo “técnico”; que nadie, durante décadas, hubiera sido capaz de destapar esta olla de grillos; que, legiones de tecnócratas, vende patrias, hayan podido vivir y lucrar del cuento de la deuda, en contra de su pueblo; que el asalto haya alcanzado tales niveles de perfección e institucionalización; que los países hayan continuado solicitando dinero para pagar los intereses del dinero adeudado, perversión solo comparable al concertaje de indios, esa infamia insólita del sistema feudal colonial que obligaba a asumir las deudas “hasta por dos vidas” y que sobrevivió durante buena parte de la república.

El desarrollo no es un balance financiero de pérdidas y ganancias. Hay muchas cosas con inmenso valor pero sin precio. De dignidad también viven los pueblos. Por ello, este

gobierno jamás ha permitido que burocracia internacional alguna venga a imponernos sus políticas, e incluso se expulsó del país al representante del Banco Mundial por los chantajes que esa burocracia pretendía imponer al país.

Finalmente, en la esencia del cambio del sistema económico, se encuentra el superar supuestas teorías que pretendieron incluso ser el fin de la historia. El colapso de un sistema basado en la codicia no solo es evidente, sino que implica la propia destrucción del ser humano, al haber pretendido elevar el egoísmo como máxima virtud individual y social.

Propusimos en el cuarto eje de acción la Revolución en las Políticas Sociales. Al contrario de la política clientelar de los gobiernos neoliberales, la Revolución Ciudadana optó por políticas de inclusión social que han comprendido, no una legión de espectadores desesperados, práctica permanente de los gobiernos de la oligarquía,

sino los socios de un país responsable, un país de seres humanos solidarios.

Los programas en Salud, Educación, Vivienda, Inclusión Social, inéditos en la historia contemporánea, son vivo testimonio de un ejercicio democrático participativo. Desde las Escuelas del Milenio, las miles de partidas nuevas para docentes, el ejemplar servicio y ampliación del mismo en los hospitales públicos, el espectacular programa de vivienda, donde hemos construido más soluciones habitacionales que todos los gobiernos de la historia del Ecuador juntos, son solo algunos ejemplos de lo que significan, en la realidad, la equidad y la democracia. Esto ha permitido, después de años de una tendencia en contrario, disminuir en el país la brecha entre ricos y pobres y continuar con la tendencia en cuanto a disminución de la pobreza y la indigencia.

Quisiera, como siempre, mencionar en forma especial a nuestros migrantes, aquellos exiliados de la pobreza, que expulsados de su propia tierra, debieron abrir horizontes y espacios en otras latitudes. No olvidemos

jamás a los responsables de ese éxodo, hoy todos juntos y revueltos contra la Revolución Ciudadana. Nosotros dijimos, de manera responsable, que los migrantes no son ilegales, lo que existe son prácticas ilegales y aberrantes, como el racismo, la xenofobia y el coyoterismo; pero, atrás de todo está la irresponsabilidad e insensibilidad de los gobiernos que jamás se preocuparon por el destino de sus compatriotas, seguramente porque la inmensa mayoría eran pobres y marginados.

Hemos avanzado en el Plan Retorno, hemos comenzado a construir el camino de vuelta de nuestros compatriotas, pero, lo que es más, hemos dignificado a los hermanos migrantes, no solo defendiéndolos, como lo hicimos en innumerables ocasiones en que se violaron sus derechos en cualquier latitud del planeta, sino en la conquista, a través de la nueva Constitución, de una digna representación en la Asamblea Constituyente y ahora en la Asamblea Nacional.

Hermanos migrantes: Este compañero

Presidente jamás olvida ni olvidará que
durante la larga y triste noche neoliberal,
mientras congelaban la inversión pública y
deprimían la inversión social hasta el extremo de no reponer ni las lámparas quemadas en los quirófanos, el Ecuador fue mantenido por los pobres, por los humildes, por aquellos que nunca recibieron en su propia Patria ni siquiera el derecho a trabajar, pero jamás la olvidaron, y no dejaron de enviar sus remesas desde el exterior, ni dejaron de querer a la Patria, ni de fecundarle con su esfuerzo, con su esperanza. A nuestros hermanos migrantes, muchas gracias, éste es su gobierno.

Nuestro trabajo en la política social ha comprendido un nuevo régimen carcelario, con dignidad y verdaderas condiciones de rehabilitación, y seguiremos profundizando esa transformación. De hecho, aquí hay cosas realmente hermosas. Fuimos el primer gobierno en la historia del Ecuador en recordar en el discurso inaugural a los ciudadanos en las cárceles, privados con o sin razón de su libertad, pero que jamás podían

ser privados de su dignidad como seres humanos.

Denunciamos la desproporción e injusticia de la ley antidrogas, que ni siquiera diferencia entre consumidor, transportador -las llamadas “mulas”-, y los verdaderos narcotraficantes. Por eso decíamos que nuestras cárceles estaban repletas no necesariamente de delincuentes, sino de madres solteras, padres desempleados, trabajadores pauperizados, que buscando un futuro mejor para ellos y sus familias, cometieron el error de prestarse a transportar droga. Con la Asamblea Nacional Constituyente dimos una amnistía a todos estos condenados por la pobreza, y el espectacular resultado es que de 2221 amnistiado, solo tenemos 19 reincidencias, es decir, apenas el 0.86%, con lo cual se ratificó nuestra convicción de que estos compatriotas no eran delincuentes, sino tan solo pobres.

Seguimos brindando nuestro mayor apoyo a la juventud ecuatoriana, hoy reivindicada en sus derechos constitucionales, al punto que ha sido integrada para participar en las elecciones, porque no se puede continuar con

slogans que se convirtieron en fetiches, como decir que la juventud es el futuro de la Patria, mientras se la mantenía marginada de toda decisión. Estamos con los jóvenes, el nuestro es un gobierno de jóvenes, no necesariamente en edad cronológica, pero sí en corazón, porque ser joven, como sentenciaba Montalvo, es ser revolucionario y germen de transformaciones.

Seguiremos con nuestros jóvenes, porque la Patria requiere de ese talento y esfuerzo nuevo, tantas veces incomprendido, sea en las artes, en la algarabía y en el festejo, porque nuestra revolución es optimista, alegre, y no trágica ni marcial. Se nos ha tildado incluso de izquierda trovadora, y nos alegramos de ello.

Una canción no hace una revolución, pero la inspira, porque inspira alegría. Esta es una revolución alegre, que la hacemos día a día, cantando. Dejémosle la amargura a los que se sienten impotentes de vencernos en las urnas.

Sabemos que no hay culturas sin memorias, que no hay desarrollo sin pueblos

entusiasmados por sus identidades. Por eso, ahora, inauguramos un país consolidado en políticas culturales que favorecen el diálogo entre los diversos, la creación intelectual y artística. Para nosotros, la cultura no es un hecho decorativo, es un bien social. Y no escatimaremos ningún esfuerzo en este camino.

El quinto eje de acción de nuestra revolución fue el rescate de la dignidad, soberanía y búsqueda de la integración latinoamericana.

En este sentido, la Revolución Ciudadana seguirá trabajando en el fortalecimiento del multilateralismo y los espacios de integración latinoamericanos, especialmente con los países hermanos de UNASUR y del ALBA. De igual forma, continuaremos trabajando sin desdén en otros espacios multilaterales no estrictamente de nuestro contexto regional, donde Ecuador ya ha levantado la cabeza, asumiendo un papel protagónico contra las ignominias del planeta, como fue nuestro liderazgo en la 39 Sesión de la Asamblea General de la OEA, con el fin de derogar la vergonzosa resolución 662 que excluyó al

hermano pueblo de Cuba de dicha organización en 1962.

Durante nuestro mandato, hago explícito mi compromiso de que este gobierno seguirá apostando por relaciones bilaterales soberanas, basadas en el diálogo, la cooperación y el desarrollo de agendas positivas con todos los países del mundo, como hoy por hoy lo estamos demostrando en las agendas bilaterales con países como Perú, Chile, Estados Unidos y resto de países hermanos del continente, siempre y cuando dichas relaciones estén basadas en el respeto mutuo y el respeto a nuestra soberanía.

Hacemos una apuesta por fortalecer las relaciones Sur-Sur, y en este sentido desde la “Mitad del Mundo” estamos estableciendo relaciones diplomáticas y comerciales con países que antes nuestra Patria ignoró por el vasallaje de nuestros gobernantes y por tener la mirada únicamente fijada en el Norte. En este sentido se orientan las aperturas de nuevas embajadas en países estratégicos en
África, Medio Oriente y Asia, esenciales para
establecer relaciones con otros países del Sur,

así como para insertarnos inteligente y soberanamente en el planeta.

No nos tembló la mano al denunciar estructuras de sometimiento internacional que están al servicio de las transnacionales y de las instituciones financieras de Bretton Woods, como ha sido la denuncia que recientemente hicimos del CIADI. Tampoco nos tiembla la mano para denunciar los Tratados Bilaterales de Inversión, otra ignominia ejercida sobre nuestra nación que solo beneficia a los intereses extranjeros. En este mundo de locura, aunque parezca inverosímil el capital tiene más derecho que los seres humanos, y cualquier transnacional puede llevar a un país soberano a un arbitraje, sin siquiera tener que agotar las instancias jurídicas internas.
Nuestra apuesta en política internacional es
clara, y está basada en unas relaciones exteriores y diplomacia basada en el diálogo, la promoción de los derechos de las y los Ecuatorianos en cualquier parte del mundo, y en la solidaridad internacional con los pueblos oprimidos, y en este sentido quiero hacer mención expresa a nuestro hermano pueblo de Honduras. Nuestra consecuencia

revolucionaria es irrenunciable en la
solidaridad con el hermano pueblo de
Honduras, nuestra exigencia de que los
usurpadores del poder popular sean defenestrados y juzgados, que todas las instancias nacionales, internacionales, regionales y mundiales se levanten altivos para que jamás, bajo ningún concepto, se mancille la voluntad democrática de todo un pueblo. A Ud.,

Presidente Zelaya, nuestro abrazo solidario y fraternal. De igual manera, en esta nuestra segunda independencia, nuestra Patria, mi gobierno y yo, nos mantendremos altivos y soberanos en nuestras relaciones comerciales con otros países, haciendo una apuesta clara por Tratados de Comercio para el Desarrollo justos y solidarios, manteniendo nuestra firmeza y claridad de palabra a la hora de decir “No a los Tratados de Libre Comercio” que las grandes potencias del norte han intentado imponernos con la complicidad de nuestras corruptas oligarquías durante años.

Es con ese sentido de justicia, soberanía y creatividad, en donde se enmarcar iniciativas

de este gobierno como el proyecto Yasuní-ITT, por el cual seguimos apostando y con el cual pretendemos sentar un precedente que puede cambiar la historia. Es a través de estas iniciativas, donde la Revolución Ciudadana y nuestra Patria demuestra que priorizamos los valores sociales y ambientales, explorando otras formas de beneficiar económicamente al país.

Hoy, al celebrar el Bicentenario de la Primera Independencia, apostamos una vez más por esa huella bolivariana, que se ha traducido en la irrestricta defensa de nuestra soberanía, como lo demostramos en la invasión y bombardeo criminal de Angostura; como lo demostramos con nuestra actuación en el Grupo de Río, en Santo Domingo; como lo demostramos con la vigilancia patriótica de nuestra frontera norte ante cualquier intervención de fuerzas irregulares; como lo demostramos, en especial, con el proceso de integración que el Ecuador ha llevado adelante a través de la creación de la
UNASUR y del Banco del Sur.

Enarbolamos todas las banderas libertarias de nuestra América, porque una sola es la Patria americana.

V.- COLOMBIA

Hace pocos días, el último soldado extranjero que se encontraba en nuestro territorio regresó a su país, y tuvimos la satisfacción de anunciar a los ecuatorianos que de este modo habíamos recuperado la soberanía territorial que en un momento de entreguismo fue mutilada a favor de otro gobierno, cuyos fines no son necesariamente los que se pregonan en público.

Hoy, sin embargo, estamos asistiendo a la configuración de otro escenario, una vez que el Gobierno de Colombia ha anunciado que se encuentra negociando la entrega, no ya de una, sino de siete bases para la operación del ejército de los Estados Unidos.

Ojalá la instalación de bases militares en territorio colombiano, no proponga fortalecer la política guerrerista del Gobierno de nuestro

vecino, y combatir, no al narcotráfico, sino a los gobiernos insurgentes de nuestra América.

Se nos dice ahora que es un problema estrictamente colombiano. ¡Cuánta doble moral! ¿Por qué no se dice lo mismo de los programas nucleares de países que se consideran hostiles a ciertos centros de poder?

Sencillamente porque allí los amenazados son ellos, mientras que en este caso, los amenazados somos tan solo latinoamericanos.

La instalación de bases o utilización de las ya existentes por parte de fuerzas extranjeras en nuestra región, es un hecho que afecta a todo el Continente. Por eso, conscientes de nuestra responsabilidad por el mantenimiento de la paz, y ratificando nuestra decisión de no involucrarnos en el interminable conflicto interno de Colombia, levantamos claramente nuestra voz de protesta por esta situación. Los hombres libres de América Latina, venceremos a los agenciosos recaderos del imperialismo.

Mientras tanto, existe una nueva arremetida
mediática a nivel internacional para esta vez hacernos pasar como hostiles hacia Colombia. Cuánta hipocresía. ¿Es que el mundo ha olvidado los 7 años de bombardeo con glifosato en la frontera norte, pisoteando cualquier sentido de buena vecindad? ¿Es que ya nos olvidamos del bombardeo del 1ro. De Marzo del 2008, atentando contra todo derecho internacional? ¿Es que olvidamos que mientras Colombia tiene apenas 3000 hombres algo cerca de su frontera sur, teniendo el segundo ejército más grande de Latinoamérica, nosotros tenemos cerca de
10000? ¿Es que el mundo ha olvidado las
decenas de millones de dólares que gastamos por cuidar una frontera que Colombia deliberadamente ha descuidado? ¿Es que hemos olvidado las decenas de miles de refugiados y desplazados colombianos que acoge el Ecuador?

No esperamos palmas por aquello, pero tampoco tanta ingratitud y cinismo. ¿Es que el mundo ha olvidado nuestros soldados, policías y civiles muertos, mutilados, heridos, por una

guerra que no es nuestra? Pues bien, nosotros no los hemos olvidado. Que el mundo entero entienda: los problemas de guerrilla, de paramilitarismo, de narcotráfico, de cultivos de coca, de incapacidad de control del territorio nacional, de narcopolítica, de parapolítica, no están en Ecuador, están en Colombia.

Lamentablemente la amoralidad de los poderes mundiales no buscan la verdad, sino tan solo juegos de geopolítica donde a los obsecuentes tratan de convertirlos en héroes y a los que rechazamos el vasallaje tratan de convertirnos en villanos. Les aseguro que si aceptara bases militares en el país o involucrarnos en el Plan Colombia, mañana mismo pasaría de ser el amigo de las FARC a ser un estadista y demócrata insigne. Pero aquello nunca va a pasar. Prefiero el riesgo de ser libre a la nefasta solvencia del servil.

LA PRENSA
Compañeras, compañeros:

No nos dejemos engañar: hemos vencido a quienes han detentado el poder para ejercerlo

a favor de los privilegiados, pero no al poder en sí mismo. Todavía hay poderes fácticos. Sobre todo ese terrible poder, que es el poder informativo.

Las empresas que controlan los medios de comunicación han creído que por la simple circunstancia de hacerlo, tienen ya la calidad moral para constituirse en censoras de todos los pasos, y aun de las intenciones del Gobierno.

Pretenden así ganarnos la batalla moral, privar de legitimidad a nuestras acciones, minimizar el sentido transformador de nuestras políticas, desvalorizar nuestros esfuerzos.

Coincido plenamente con quienes sostienen que la vigencia de la democracia exige medios de comunicación libres, independientes y críticos.

Pero, una cosa es la existencia de medios dotados de esas características y, otra, muy distinta, la suplantación de la opinión pública por los intereses privados y hasta caprichos

de estas empresas. Mientras que una prensa libre e independiente es vital para una democracia, la prensa irresponsable y prisionera de sus propios intereses es nefasta para esa misma democracia.
El mayor adversario que hemos tenido en
estos 31 meses de gobierno ha sido una prensa con un claro rol político aunque sin ninguna legitimidad democrática. Ellos manifiestan que estamos contra la prensa crítica. Se equivocan: estamos contra la
prensa mediocre y corrupta.

Antes negaban que existieran esta clase de
prensa, así como malos periodistas. Se
ubicaban por encima del bien y del mal. Ahora
resulta que sí puede existir mala prensa y malos periodistas, pero todos están en los medios públicos.

Debemos perder el miedo, y a nivel de países plantearnos formas de controlar los excesos de la prensa. En países desarrollados, jamás se atreverían a hacer lo que aquí hacen a mansalva: mentir, mentir y mentir. Existe una contradicción en su propia naturaleza: negocios privados suministrando un bien

público: la comunicación social. ¿Cuál es la alternativa? No lo sé, tal vez la situación actual sea el mal menor, pero reconocer aquello ya sería un inmenso avance: desmitificar a la prensa, bajarla del pedestal de infalibilidad y supremacía moral que ella misma ha construido, y reconocer a los negocios privados dedicados a la información como precisamente aquello: negocios que someterán el interés público al privado cuando el primero se contraponga al interés de su empresa.

TRANSICION

En esta fecha magna de América, cuando todo el continente celebra la constitución del primer gobierno soberano de la Patria mestiza, hemos concluido la primera etapa de nuestra Revolución ciudadana, y la hemos concluido en paz, en medio de la mayoritaria aprobación de nuestro pueblo, cuya sagacidad siempre es mayor que la de los sesudos politólogos de ocasión.

Grande es la experiencia que hemos adquirido en estos dos años y medio de trabajo. Hemos

saboreado ya las amarguras y los desengaños que trae siempre el poder, y ya no somos tan ingenuos como el 15 de enero de 2007. De igual forma, hemos recibido duros golpes del destino.

El más fuerte de ellos, sin duda, apenas 9 días después de iniciado el Gobierno, la pérdida de la primera ministra de defensa de la historia del país, nuestra querida compañera Guadalupe Larriva, su joven hija Claudia y 5 valerosos soldados ecuatorianos. Jamás los olvidaremos.

Sabemos que nuestras convicciones se encontraban desde el principio en la ruta correcta, y que el manejo del Estado no es un simple asunto de buena voluntad, ni se reduce a la aplicación de un conocimiento abstracto, ni depende de la simple habilidad política.

Cuando veo gente que ha entregado toda su vida a estas luchas, debatiéndose en la soledad de sus propias fuerzas, no puedo dejar de sentir una enorme admiración; pero he aprendido ya que la lucha solitaria a favor de individuos concretos, sin cambios en las

estructuras de poder, si bien es meritoria para quienes la realizan, no ataca las causas que hacen posible la existencia de las injusticias y las desigualdades.

Quiero decir, compañeros, que la lucha que debemos realizar, la campaña que vamos a continuar en los próximos cuatro años, no está destinada solamente a aliviar los dolores individuales, sino a extirpar las causas del dolor; no está dirigida exclusivamente a ayudar a los pobres, sino a extirpar para siempre las causas estructurales que hacen posible la pobreza; no se propone simplemente castigar a los corruptos, sino eliminar las condiciones que hacen posible la corrupción.

Es una lucha gigantesca, ya lo sé. Y sé también que el objetivo final no será alcanzado en el breve lapso de cuatro años.

Pero es una lucha que hemos empezado ya, y que nadie la va a detener. La nuestra es la Revolución de los oprimidos. De aquellos que fueron silenciados y entristecidos por élites perversas. Es la revolución de los marginados

de toda la vida. De los indígenas, de los afro ecuatorianos, de los panaderos y las maestras; de los estudiantes que anhelan un futuro y un lugar en la historia; de los campesinos, cholos, chazos y montubios que saben que la tierra es para quien la trabaja; de los alfareros alfaristas de cualquier rincón del país; de las trabajadoras remuneradas del hogar, que demandan no salarios mínimos, sino de dignidad; a las amas de casa, por siglos ignoradas pese a su sacrificio y su devoción familiar; de quienes jamás tuvieron protección y seguro social; de los artistas e intelectuales patriotas, de los profesionales dedicados con vehemencia a la ciencia y la tecnología; de quienes se han consagrado a hacer del pensamiento una trinchera de solidaridad que destierre el egoísmo, en definitiva, de quienes son el motor de la historia: los seres humanos, que jamás volverán a ser víctimas de la maquinaria neoliberal y del capitalismo salvaje.

AGRADECIMIENTOS

Permítanme en estos momentos agradecer a aquellas personas a las que les debo tanto. A

esos militantes y dirigentes de Alianza País, centenas de miles de manos y corazones anónimos que han construido victoria tras victoria y que desinteresadamente trabajan por la Patria Nueva. Uds., compañeros, son los soldados indispensables de la revolución ciudadana. De Uds., compañeros, es este triunfo.

Gracias a las compañeras, amigos del despacho presidencial, del Palacio y residencia de Carondelet. A esos leales soldados y policías que con tanta dedicación nos dan seguridad día a día, muchos de ellos ya verdaderos amigos, porque son las personas con las que compartimos prácticamente todas las vicisitudes diarias. Ellos son testigos fieles de nuestra entrega por la Patria, y así como hemos tenido que pasar momentos muy duros e ingratos, también han podido sentir junto a nosotros el cariño y la esperanza de todo un pueblo, lo cual permite vencer cualquier obstáculo y fatiga.

Como dice el lema de los granaderos de Tarqui, demuestran a cada instante lealtad hasta el sacrificio.

A mi equipo de trabajo, a esos ministros,
secretarios de Estado, altos funcionarios que sin descanso trabajan día a día por el Ecuador que soñamos. Uds. que conocen mis muchos abismos y mis escasas cumbres doradas, muchas gracias por su amistad, entrega, lealtad, compañerismo. A sus familias, infinitas gracias por el apoyo a esta misión que nos ha encomendado el pueblo ecuatoriano.

De todas formas recuerden que las prioridades son claras y no deben descuidar a sus seres queridos. Si alguna vez por esa pasión por la Patria exijo demasiado y no me doy cuenta de aquello, no duden en hacérmelo ver.

A ese compañero y amigo Lenín Moreno, Vicepresidente de la República, sinónimo de lealtad y solidaridad. Gracias Lenín, por dar tanto ejemplo de coraje y valentía, con una mezcla de amor y alegría que antes de conocerte creía imposible.

A mi madre, que antes con su sacrificio y ahora con sus oraciones me cuida día a día.

Y por supuesto, gracias a Uds. Anne, Sofía,
Ninike, Miguelito. Tengo los mejores hijos y esposa que la vida puede dar. Sé que estos años han sido injusta y extremadamente duros para Uds., y no tengo derecho a hacer eso.

Siempre llevaré en lo más profundo de mi alma, querida Anne, tu locura de haber dejado padres, hermanos, amigos, para venir a un país desconocido que con el tiempo también has hecho suyo, solo por amor, y sé bien que estos años he estado prácticamente ausente.

Las cosas van a cambiar, sé que el pueblo ecuatoriano lo entenderá.

LLAMADO A LA UNIDAD

Finalmente reiteramos nuestra disposición de dialogar con todos por el país. Con la gente de manos limpias, corazones ardientes y mentes lúcidas por la Patria, siempre será infinitamente más lo que nos una que lo que nos separe. Sin embargo, no claudicaremos ante poderes fácticos ni las imposiciones de

siempre. Con nosotros, por el diálogo todo, por la fuerza, nada. Aquí estamos dispuestos a jugarnos la vida por el cambio.

Sabemos bien que somos el gobierno de todas y de todos los ecuatorianos, pero que a nadie le quede la menor duda que nuestras opciones preferenciales son por los pobres, los jóvenes y nuestros pueblos ancestrales.

EPILOGO

Es nuestra vocación cumplir con el Viejo Luchador Don Eloy Alfaro, y en cualquier rincón del país repetir, hasta grabar en la conciencia y en el corazón, sus palabras: Nada para nosotros, todo para la Patria, para el pueblo que se ha hecho digno de ser libre.

Para terminar, quisiera tan solo citar el bellísimo preámbulo de nuestra constitución, y que éste sea nuestro mensaje final al mundo: Nosotras y nosotros, el pueblo soberano del Ecuador, reconociendo nuestras raíces milenarias, forjadas por mujeres y hombres de distintos pueblos, celebrando la naturaleza,

la Pacha Mama, de la que somos parte y que es vital para nuestra existencia; invocando el nombre de Dios y reconociendo nuestras diversas formas de religiosidad y espiritualidad; apelando a la sabiduría de todas las culturas que nos enriquecen como sociedad; como herederos de las luchas sociales de liberación frente a todas las formas de dominación y colonialismo; y con un profundo compromiso con el presente y el futuro, decidimos construir una nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armonía con la naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el sumak kawsay; una sociedad que respeta en todas sus dimensiones, la dignidad de las personas y las colectividades; un país democrático, comprometido con la integración latinoamericana –sueño de Bolívar y Alfaro-, la paz y la solidaridad con todos los pueblos de la tierra.

Por la Patria, Tierra sagrada
¡Hasta la victoria siempre!